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Category — Viajes

Viajar en autobús

Escribo este post desde el autobús que me lleva, seis meses después, a Sevilla. Viajar en autobús tiene bastantes ventajas, aún cuando personalmente prefiero el tren.

Para empezar, suele ser del orden de tres o cuatro veces más barato. Con una ida y vuelta largas te ahorras un buen dinerete.

Al ser el trayecto más largo, si te lo planteas bien puedes aprovecharlo para avanzar en tus lecturas o en esas series de las que estás enganchado.

Cada vez que vengo a Sevilla en autobús desde Madrid, y luego vuelvo, me ahorro 80 € respecto al Ave. Ok, tarda seis horas, lo que da para una buena película o seis capítulos, así como algún centenar que otro de páginas.

También puedes ser afortunado/a y conocer a alguien interesante. Me ha pasado alguna vez…

Os dejo, un par de episodios más y estaremos en Sevilla.

June 20, 2009   6 comentarios

Chicago

Mattie es una persona muy especial en mi vida. La conocí el año pasado, en Sevilla, en mi primera quedada con un chico norteamericano con el que una organización estudiantil me había puesto en contacto para practicar inglés. Es una persona que conjuga varios factores, muchos, que me congratula encontrar en el prójimo. Es difícil mantener latente una estrecha amistad a tantos kilómetros de distancia, pero (no sé muy bien cómo) lo hemos conseguido. Se volcó (junto a su familia) con mi visita de una forma increíble, superando mis previsiones más optimistas. Muchísimas gracias, a ti y a tu maravillosa familia.

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Estuvimos tres días en Chicago, en los que me dio tiempo a probar múltiples hamburguesas extrañas: o eran vegetales, o venían acompañadas de ajos casi tan grandes como las propias hamburguesas.

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Disfruté de la magnífica cerveza local, 312, así como algunas otras elaboradas en el mismo restaurante que la anterior, Goose Island.

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Fuimos a tomar el mejor brunch de la ciudad y a ver un partido de béisbol en el estadio más antiguo de todo EEUU (con equipo en las grandes ligas).

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Paseamos por Navy Pier, bordeando el lago Michigan. Casi nos perdemos por Millenium Park, donde fuimos conquistados por la belleza y originalidad de una inmensa judía.

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Condujimos arriba y abajo por Lake Shore drive, quedando maravillados por la majestuosidad del estadio Soldier Field y por la ingente cantidad de personas haciendo deporte. Cenamos con Allie, una de las hermanas de Mattie, que vive en Chicago. Fuimos a tomar unas cervezas y pegarnos un bailoteo a un bar en la frontera de Boystown, después de conversar un rato y tomar una copa en el apartamento de un amigo, con unas vistas nocturnas impresionantes del skyline de la tercera ciudad más grande de Estados Unidos.

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Compré un vaso de chupitos en el Hard Rock a petición de un amigo panameño, y mi primer par de pantalones y zapatos en un par de años. Alucinamos con los bajos precios de las tiendas Apple y Nike en la milla magnífica de la avenida Michigan. Mattie me obligó a ver los dos primeros episodios de Prison Break. Me sobrepuse a mi alergia a los gatos, gracias en parte a chutes de Benadryl. Tomamos chupitos de tequila. Condujimos con y sin gps. Nos perdimos. Nos encontramos. Montamos varias (muchas) veces en el metro de Chicago, que es externo y se conoce como “El”, por elevated. Anduvimos muchísimo, hasta que nos dolieron los pies.

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Y, cómo no, subimos a la Torre Sears, un edificio más alto que las Petronas o las desaparecidas Torres Gemelas, siendo actualmente el más alto de EEUU y el cuarto más alto del mundo.

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Resumiendo, y a falta de recibir algunas de las fotos que hizo Mattie (en la siguiente parada del viaje me compré una magnífica cámara de fotos), disfrutamos de tres días maravillosos en una ciudad que me sorprendió muy positivamente. Una ciudad que me pareció fantástica para vivir, a pesar de ser muy grande.

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Por último, y como se hizo normal a la postre en todo nuestro periplo norteamericano, casi perdemos el tren que nos había de llevar a nuestro siguiente destino, Champaign.

June 16, 2009   11 comentarios

Adiós Panamá, hola USA

Recuerdo que fue día de trabajo, adornado con una cena rápida con algunos compañeros, alguna cervecita que otra y una llamada a un taxi desde el hotel. Recuerdo haber ayudado al taxista a montar las maletas, ya que alguna era casi más grande que él. Recuerdo que tiró por un camino mucho más largo y en malas condiciones por no pagar 2,65 $ de peajes. Y luego cobra 25 $ por la carrera al aeropuerto. Todos lo hacen. Recuerdo que tenía tiempo de sobra, no voy a un aeropuerto apurando si puedo evitarlo. Recuerdo que facturé y me sorprendí muchísimo, pues no había leído las condiciones del vuelo, y desconocía que Spiritair cobra por maleta facturada. Menuda sorpresa. También desconocía que cuando viajas a USA tienes que dar una dirección en la que vayas a estar localizable. Aunque sólo sea un día. O inventártela. Finalmente, tras este par de imprevistos, pude facturar y entrar en la zona de embarque.

Música, lectura y el tetris del iPhone…

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…hicieron que la espera fuera agradable.

Tenía vuelo a Miami, y desde allí a Chicago. Desde la llegada a Miami hasta la salida del vuelo a Chicago sólo tendría una hora y media, pero al salir el vuelo desde Panamá con media hora de retraso, ya me di cuenta de que pillar el vuelo a Chicago iba a ser difícil. Y lo fue, vaya si lo fue. De hecho, lo hubiera perdido de no ser por la vecina del quinto. La vecina del quinto es esa mujer madura, la madre de tu primer amor, o de tu compañero del equipo de fútbol, que trabaja con ternura y pasión por lo que hace. No te das cuenta de que está, hasta que tienes un problema y ella se da cuenta. Se te acerca con un walkie-talkie en la mano y te pregunta qué te pasa, al verte dar vueltas desesperado en la cola de la aduana para entrar en Estados Unidos. Se lo conté, me dijo “follow me” y empezó a hablar por el aparato a toda prisa. Yo sólo acerté a escuchar “Chicago” y “wait” un par de veces. Lo que pasó a continuación es difícil de explicar, lo que sé es que en todas y cada una de las colas y trámites posteriores no tuve que esperar nada, todo el mundo esperaba al chico de la camiseta naranja. Poner las huellas, hacerme la foto, recoger mi equipaje, pasar el control de drogas, el de la gripe porcina, facturar de nuevo hacia Chicago (esta vez sin pagar, a pesar de ser la misma compañía, ¿será que iba corriendo y ni me enteré?, bueno, el equipaje llegó), embarcar, entrar en el avión y escuchar cómo justo detrás de mi la puerta se cerraba… todo fueron ocho minutos como mucho.

Me arrepentiría de haber cogido ese vuelo, al menos durante la duración del mismo. Fueron cerca de cuatro horas, de las cuales una, no exagero, una hora con todos sus minutos, tuvimos turbulencias bastante severas, me atrevería a afirmar. Lo pasé francamente mal.

Pero como todo en esta vida, cesaron mis sufrimientos cuando al llegar a Chicago, tras salir del pajarraco metálico e incluso antes de recoger mi equipaje, me reencontré con Mattie.

June 13, 2009   6 comentarios

En Madrid

Pues se acabó, ya estoy de vuelta en Madrid, con el cuerpo aún tratando de resituarse. No sé si es normal, pero tengo un hambre sobrehumana. Aterricé a las 9:15 en Barajas, seis horas y media después de despegar desde Newark, en New Jersey, a las 20:30. Creo que a duras penas dormí tres horas en el avión, así que aunque quería evitarla, ha caído una siestaca de cuatro horas desde las 13 hasta las 17. Esta noche espero tener sueño y dormir como un angelito, que mañana hay que trabajar.

Hoy hace 116 días que me fui a Panamá. De esos 116 días, 100 los pasé en Panamá, 5 en Costa Rica y 11 en USA. El bagaje que me traigo en la maleta emocional es importante, la verdad. Han sido muchos lugares, muchas personas, muchas experiencias. Espero tener un poco de calma estos días para ir recolocando todo poco a poco.

Os pido disculpas por no haber podido actualizar el blog durante cuatro días, no tengo perdón. Para no dejar huecos, seguramente publicaré algo de lo que hice en esos días como testimonio, pero con los comentarios cerrados.

Hogar, dulce hogar.

June 8, 2009   10 comentarios

Primeras impresiones: USA

Me está encantando Estados Unidos. De momento sólo he pisado Chicago y una preciosa localidad del sur de Illinois llamada Champaign. Nunca entendí el antiamericanismo como norma, y ahora mucho menos. Está más que demostrado que su modo de vida, con sus virtudes y defectos, es el menos malo de todos los conocidos.

Ayer estuve en la Universidad de Illinois, y reconozco que me he imaginado estudiando en ese campus. Mi vida hubiera sido completamente diferente. Todavía no me explico cómo no hemos copiado de forma masiva su sistema de campus, con todas las facultades, residencias e instalaciones deportivas concentrados. Lo que he visto hoy (y eso que el curso ha terminado) es cientos de personas haciendo deporte, leyendo, tocando la guitarra y paseando. Apenas dos fumadores me he cruzado, no he visto ningún papel en el suelo ni ninguna lata de cerveza. Cada vez que me acuerdo de las fiestas de la primavera o de un día normal en la Universidad de Sevilla no puedo más que morirme de pena.

Lo que más me ha hecho soñar ha sido el tema deportivo. Cómo valoran y premian el esfuerzo individual, siempre dentro de un deporte colectivo (para fomentar el trabajo en equipo y el sacrificio común) y cómo lo incorporan en los mejores años de la vida de una persona, fundamentales para su vida futura. Siempre me ha encantado el deporte, competir… para mi hubiera sido algo increíble poder formar parte de todo esto.

Espero que en el futuro nos pongamos las pilas y podamos reestructurar nuestras instalaciones y nuestro sistema educativo superior, porque ahora mismo deja mucho que desear.

Sobre Chicago ya os daré más detalles a la vuelta de mis vacaciones, porque ahora no tengo las fotos aquí y además quiero digerirlo todo un poco, pero resumiendo: me encanta.

June 1, 2009   7 comentarios