Del juego de muñeca
Ăšltimamente dedico un par de horitas semanales a practicar un deporte que hacĂa tiempo que habĂa dejado caer en el olvido, pero que en tiempos pretĂ©ritos no se me dio mal. Un buen amigo me animĂł a echar un partidito semanal, y ahĂ andamos: hoy habremos echado la cuarta o quinta pachanga. La llamo pachanga porque contienen sets con resultados del tipo: 6-1, 6-0, 6-0, 6-0, 6-0, 6-0… y de nuevo 6-0, antes de algĂşn que otro 6-1. No pienso decir si esos resultados me son favorables o no, pues mi sombra la soberbia me lo impide. En cualquier caso, estoy mejorando bastante en el juego, cosa lĂłgica cuando empiezas a practicar, no ya un deporte, sino cualquier actividad en esta vida. Pero hacen falta conocimientos previos para todas ellas, y quizás es el tenis una práctica en la que tal circunstancia se hace muy patente gráficamente. El llamado “juego de muñeca”, tan famoso por usos fuera de contexto, es quizás lo más recurrido por la gente que juega al tenis sin conocimiento de la tĂ©cnica. Hace falta habilidad para ello, y cuando más o menos se consigue dominar en la medida en que te permite sumar algunos puntos gráficamente agradables, piensas que estás en el buen camino. Nada más lejos de la realidad. Si conoces a alguien que sabe, pĂ©gate a Ă©l. Yo ya tengo a quien pegarme. Muchas gracias. ÂżAlguien se compra un coche sin preguntarse si lo necesita o no y para quĂ©? ÂżSin preguntarse de cuánto dinero dispone? Y, lo más importante… ÂżSin preguntar a alguien que verdaderamente sepa de coches por el rango de modelos que cubra sus necesidades dentro de sus posibilidades? ÂżAlguien se compra una casa sin preguntar antes a un experto inmobiliario de confianza sobre las particularidades de esa promociĂłn, o a un arquitecto sobre las bondades de los materiales utilizados en la construcciĂłn, y del diseño implementado? PodrĂa seguir haciendo preguntas similares… pero lamentablemente no todas las respuestas, en contra de lo que muchos estáis pensando, son negativas. Hay mucha gente que va por la vida y no se entera de quĂ© va la cosa. Hacen las cosas por inercia, pero no ponen toda la carne en el asador a la hora de hacerlas. Se confĂan al “prueba y error”, sin buscar la manera de mejorar lo hecho anteriormente. Los problemas son despejados mediante el juego de muñeca… Nadie está libre de caer en la inopia por algĂşn tiempo. Pero el desafĂo está servido. Humanistas del siglo XXI, levantáos.