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Fin de semana en Brasov

Teníamos planeada una excursión a Brasov, la segunda ciudad de Rumanía (rivalizando con otras dos o tres) para el fin de semana pasado. El viernes surgió una fiesta bastante apetecible, por lo que decidimos salir el sábado. El viernes por la tarde me enteré de que era el único que seguía queriendo (o pudiendo) ir el sábado a Brasov. Ni corto ni perezoso, me puse en contacto con Mihaela, una rumana que conocimos en el Instituto Cervantes, y que estudió allí Ingeniería Industrial (en maderas, vaya usted a saber…). Me confirmó que quería venirse, y que podíamos dormir en la residencia de estudiantes en la que ella estudió. Voilà.

Salimos de la Gara de Nord, la principal estación de trenes de Bucarest, el sábado a las 12:26. Hicimos el trayecto en el InterCity, el mejor tren rumano, que no tiene nada que envidiarle a un Altaria. El día era fantástico, y los paisajes increibles. Es un país indescriptible en ese sentido…

La llegada a Brasov tuvo lugar sobre las 15:00 de la tarde, hora en que nos dirijimos en taxi, por un módico precio de 1.75 € más o menos, a la residencia de estudiantes de la Universidad de Brasov, donde nos esperaban Noemi, Carmen y Cristian, los tres rumanos que a la postre fueron nuestros cicerones en el fin de semana. Mención aparte merece la residencia de estudiantes y la universidad. Se encuentran en una colina desde la que se domina la ciudad. Es impresionante. Por otra parte, esta gente se cae de la cama y está en clase. Las habitaciones son de cuatro u ocho personas, divididas por sexos. Pero puede haber una habitación masculina junto o al lado de otra femenina. El ambiente está muy cargado, los pasillos llenos de gente que va de una habitación a otra, y el compañerismo se respira por los cuatro costados. La única persona que hablaba “algo de inglés” era mi amiga Mihaela, el resto, rumano o húngaro (existen multitud de húngaros viviendo en toda la zona de Transilvania). Estaba en la Rumanía profunda…
Un detalle de la fachada de la residencia:

Lo primero que me llamó la atención fue la funcionalidad de las habitaciones, donde se desarrolla el 90% de las vidas de los estudiantes rumanos. Y cuando llegue el invierno, el 100%. Tienen de todo, desde secadores de pelo hasta freidoras. Y, por supuesto, todo colgando de cien ladrones enchufados unos a otros, y cuyo nexo de unión último a la electricidad del edificio es un cable con aspecto enclencle, que va por debajo de una alfombra con pinta de arder fácilmente. Cuando me quise dar cuenta, Noemi, de orígenes húngaros, había preparado un plato típico rumano, con aderezos húngaros. Era duro de digerir, pero pocas veces en mi vida habré probado cosas tan ricas. Y lo cocinó sobre una mesa de estudio…

Después de esto salimos a dar un paseo por la ciudad. A hacer el guiri, claro… os dejo un fragmento que leí en Internet…

“Gran ciudad industrial y capital de la provincia del mismo nombre, establecida 140 km al noroeste de la capital, Bucarest (Rumania). Brasov concentra grandes minorías húngaras y alemanas. Las industrias más importantes son las que producen tractores, camiones, maquinaria, herramientas, cemento, vidrio, papel y productos químicos. Es la ciudad más grande del país después de Bucarest. Fue fundada en 1211 por la orden de los caballeros teutónicos. Se encuentra en un valle de Transilvania, y la domina el monte Tampa, de 957 m. de altura. La iglesia ortodoxa de Brasov data de 1392. Su población es de 304.700 habitantes.”

El ayuntamiento:

La calle principal:

Junto a una calle estrechísima, de las que te encuentras en el barrio de Sta. Cruz, en Sevilla, me encontré una placa informativa con una forma que me recuerda a algo precioso…

Pues eso. La verdad es que Brasov es una ciudad muy pero que muy bonita. Además se está invirtiendo muchísimo en ella, a causa principalmente de las estaciones de esquí que tiene alrededor (entre las que destaca Poiana Brasov) y de la situación estratégica que tiene, en el corazón de Rumanía, y rodeada de mil sitios a los que ir. Una de las cosas que más ganas tenía de visitar por lo que había leído sobre ella, la Iglesia Negra, estaba cerrada los domingos (cualquiera lo diría) y los sábados cerraba a las 14:00. Mala suerte. También quería subir al monte Tampa, cuya vista es espectacular, pero el telecabina estaba de revisión técnica. Ea, pues nada… otro diíta con más tiempo…

Después fuimos a cenar a un restaurante típico rumano. Nos pusimos hasta arriba por la desagradable cantidad de 6 € cada uno. Ciorba de Perisoare de primero (una sopa impresionante) y de segundo un filetazo rumano aderezado con unos ungüentos raros pero con un sabor indescriptible.

Luego, a la residencia, a dormir… ¿a dormir?. Música folclórica y quinientas personas metidas en la habitación de al lado. Celebraban el cumpleaños de una de las que allí vivían. Claro, mis amigos/as se autoinvitaron, fácil, y a beber y bailar. El baile es bastante loco, todos de los brazos, a dar vueltas, uno, dos, uno, dos… alternando de lado… y en el centro una persona. La cumpleañera estuvo casi todo el rato, taconeando como una bestia el suelo y dando graznidos (no pueden ser calificados ni como gritos). Pero estuvo muy bien, noche muy completa…

A la mañana siguiente camino de la, para mi, intrigante estación de esquí de Poiana Brasov. Intrigante escribo, porque había leido muchísimo sobre ella, y todo bueno. Así, iba muy motivado… pero no había caido en que aquí todavía no ha nevado. En cualquier caso, el sitio es precioso. El alquiler de equipo completo cuesta 10 € y el forfait 3 €… el invierno promete. Por si alguno tiene ganas de rezar entre pista y pista, la Iglesia Ortodoxa provee:

Mirad qué tejado, qué construcción 100% madera:

Por último, os presento la pista de principiantes, con la que espero llevarme bien cuando esté recubierta de un manto blanco inmaculado:

Y otra más de “mi” pista:

November 9, 2005   Comments Off on Fin de semana en Brasov