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Un cuarto de siglo

Esa es la edad que tendré dentro de unas cinco horas y media (16:00 de la tarde hora española), aunque “oficialmente” ya la tengo. 18 de noviembre de 1980, fecha de infausto recuerdo, fecha en la que vine al mundo… ¿qué sucedió tal día, aparte de mi llegada a este valle de lágrimas?. La red de redes nos permite indagar (más).

Pasaron cosas interesantes en tal día como hoy hace X años… pero para mi el más importante fue el de 1980, en el que el cuarto vástago de Juan y Virginia vino al mundo en el hospital Virgen del Rocío, en Sevilla. Le pusieron de nombre Juan, por el padre, y Jesús, porque era el que quería la madre. De tanto discutir:

– Juan. – Propuso el padre.
– Ni hablar, se llamará Jesús. – Repuso la madre.
– ¡Juan!.
– ¡Jesús!.

Y quedó a medias, claro, Juan Jesús. Nombre que a mi particularmente me gusta escrito pero no cómo suena. En cualquier caso es curioso: lleva el mismo orden que ellos… primero vino Juan, después Jesús…

En cualquier caso poco después la tercera hija de la familia, cronológicamente y en género, se cargó el invento balbuceando algo así como “guanllu”, “vanju”, o, como elegí escribirlo cuando tuve uso de lapicero, “Banyú” (ya con mayúsculas). Con el paso de los años descubrí que Banyú es como los japoneses llaman a los playboys nocturnos, además de una empresa farmaceutica por aquellos lares. Cosas del léxico nipón…

Y con el paso de los años ese niño creció.

Ese niño que sangraba tocándose la nariz mientras hacía cola para entrar en clase de prescolar (y lloraba).

Ese niño que se orinaba en el chándal celeste porque le daba vergüenza ir al baño (y lloraba).

Ese niño que siempre se tomaba demasiado a pecho lo que le mandaban en el cole (si no lo hacía bien lloraba) hasta que veía un balón (y reía jugando al fútbol a todas horas).

Ese niño que nunca olvidará ninguna mañana de Reyes, en especial una en la que los Reyes Magos le trajeron una equipación completa del Sevilla FC con el número 10… número que lucía un tal Polster… (y seguía riendo y jugando al fútbol a todas horas).

Ese niño callejero que no paraba un minuto en casa, que hacía cabañas y hogueras, que hacía la vida imposible a los demás niños del barrio, y le tocaba el culete a las niñas (ya lloraba menos, evidentemente; más bien hacía llorar).

Ese niño rebelde que quería ser hombre antes de tiempo, punta de lanza del grupúsculo de amigos que conformaba su vida, y no dudaba hacer lo que fuera para ser más que el de al lado (y se equivocaba).

Ese niño estudiante que creía que sería el primero de su clase siempre haciendo lo mínimo (y seguía equivocándose).

Ese niñato que jugó con fuego y se quemó (qué errores).

Ese niñato jugando a ser niño de nuevo pero sin quererlo realmente, que jugó con personas y quemó a quienes más le habían ayudado (qué cabrón).

Creció… creció demasiado deprisa (como todos, ¿no?).

Y hoy quiere compartir todo lo bien que se siente con todos vosotros, los que dedicáis siquiera tres minutos de vez en cuando a leer estas líneas, y les dáis sentido. Todo el agradecimiento que puede. A todo y a todos. Día feliz. Momento cumbre. Hoy tengo el alma grande. Y quisiera que todos la pudiéseis tener conmigo…

A vivir…

November 18, 2005   15 comentarios