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Sighisoara (y segunda parte)

El sábado contamos con la baja de Sergio, que sufrió el sábado una especie de macrogastroenteritis de un día, o cólico nefrítico o no se sabe muy bien qué, pero que lo tuvo cao todo el sábado en el hotel. Así, sólo quedábamos dos valientes, Adrián y yo, para el segundo asalto a la ciudad. Como vemos en la imagen, Adrián estaba fuerte:

Ese entusiasmo inicial se enfrió un poco (miedo se llama) al ver el tributo de la ciudad a su hijo más insigne, Vlad Tepes. Vaya careto.

Seguimos paseando entre callejuelas encantadas. Discutiendo acerca de si era un sanguinario, un loco o un líder querido por su pueblo… tenemos de momento poco conocimiento acerca del tema, pero prometo un post sobre la verdadera historia del personaje originario de Drácula, si es que alguien la ha contado.

Un poco más arriba nos encontramos con la escalera del siglo XVI, construida para que los críos pudieran ir a la escuela sin problemas. Es ese tejadito blanco y estrecho que se ve ascender entre árboles.

Nos encaminamos a ella, cuando reparamos en una esquina un tanto original, por llamarla de alguna manera.

Desde dentro de la escalera, la visión que se tiene es del más puro estilo “Acorralado”. Se respira un aire tenso ahí dentro. Y los casi doscientos escalones (creo) tampoco colaboran mucho con los pulmones.

Pero una vez arriba, teníamos una vista del pueblo de muerte, nunca mejor dicho, ya que nos encontramos con un cementerio alemán increíble. Antes, aproveché para hacerme una foto que es increiblemente original. Creo que nadie nunca se ha hecho una foto así:

Y así tampoco, poniendo a prueba la resolución de su cámara digital y haciendo el imbécil a la vez…

Cuandos nos acercábamos al cementerio, empecé a observar que a Adrián le temblaban las comisuras de los labios, se le enrrojecieron los ojos, las orejillas se le pusieron puntiagudas y por último, empezó a olfatear el aire hasta que dirigió su mirada hacia donde yo estaba. Fue entonces cuando pude observar sus colmillos y no tuve que pensar mucho para echar a correr. Tras unos metros me di la vuelta… ¡Mierda, que viene!

¡Oh no! ¡Ya está aquí! ¿Iré a acabar mis días aquí, en una escarpada colina junto a un cementerio alemán en Transilvania? Pues va a ser que no… resultó que todo era una broma de Adrián, junto al medio centenar de setas del desayuno que me había zampado.

El cementerio no tenía nada poco común, al revés, sólo que era el cementerio por antonomasia. El que uno se imagina que tiene que estar en un sitio como Transilvania. De muestra un botón.

Y otro…

Después de esta visita, y haciendo oidos sordos a lo que nuestras piernas nos aconsejaban, decidimos encaminarnos hacia la torre del reloj para visitarla, y desde ella tener una panorámica en condiciones del tema que te quema. ¿Qué fue lo que nos encontramos? Pues una adivinanza: a ver quién es capaz de decir los dos personajes de palo que hay en la siguiente imagen…

Estaba tirado, ¿no?

Por el otro lado de la torre vislumbramos a unos cuantos héroes anónimos que trabajando un domingo de noviembre con un frío brutal y ráfagas de viento considerables se ganaron mi aprecio y admiración, y de paso, un huequecito en esta “pérdida de tiempo” que es mi blog:

Estas caritas teníamos después de presenciar ese espectáculo…

Las figuritas que en el post anterior pudísteis ver junto al reloj de la torre, ahora vistas desde dentro. No preguntéis qué son lo que llevan en la chota.

Pues nada, disculpad la anarquía de este post y el anterior, pero el viaje ya me queda un poco lejano en el tiempo y no recuerdo todos los detalles que me gustaría para estructurarlo mejor.

De momento, y siguiendo la tónica habitual, os dejo los caretos a la vuelta; Adrián y Sergio:

Menda lerenda:

Y una foto que me relaja. Es mía, que conste…

Por último, pero no menos importante (de hecho lo pongo en B/N para los nostálgicos), un tributo a Lonely Planet, compañera inseparable de tantos viajeros anónimos…

Muchísimas felicidades a los Andrés, que hoy celebran la festividad de su patrón (los que lo celebren claro). Y a los que no da igual, pero tomaros una birra que es lo mejor que se ha inventado.

Escuchando (buena idea, TelAviv): “The house of the rising sun”, The Animals.

November 29, 2005   Comments Off on Sighisoara (y segunda parte)