Posts from — December 2005

Después de la cena fuimos a aprovisionarnos de lo que se aprovisionan un grupo de españoles de noche por las calles: botellas de whisky y ron. Estábamos invitados a una fiesta en casa de Arantxa, que organizaban ella y su compañera de piso, profesora en el Instituto Cervantes de Belgrado.

Asalto al cajero automático previo al asalto a la tienda “de alimentación”:

Ya con el condumio, camino de la casa. Increíble el trayecto en tranvía. Las carreteras no parecían tener tantos bultos desde fuera del mismo, pero desde luego que dentro había que ir bien agarrado. Más de uno/a se empeñó en que le echara una fotito al chófer del tranvía que venía justo detrás del nuestro y casi nos buscamos un lío. Os pongo una del interior.

Una vez llegados a la fiesta, nos encontramos con Gabriel Barthe, entre otras muchas personas. Este señor es mi homólogo en Belgrado. Sólo decir que no sabía que existía. Cuando lo vi ya caí en la cuenta. Pero no tuvimos contacto en el curso. Y tras mi visita a Belgrado, seguimos sin tenerlo.

Ese becario de inversiones de Sofía, haciendo amigas en Belgrado. Hay que sondear el mercado, ¿no, Fran?…

Otra foto típica producto del alcohol. El que está frente a mi en la foto se llama Fabián, argentino. Pues bien, yo llevaba una sudadera de Argentina, que me compré en recuerdo de los amigos “boludos” que hice en Mallorca. Me preguntó que si era argentino el pelotudo…

Al principio de la fiesta, y antes de que llegara el gran equipo de música que llegó, estuvimos funcionando con “un apaño” (si se puede llamar así a esta preciosidad). En realidad el apaño eran los altavoces… porque lo que es el iBook. Cómo me gustan los Apple…

Con nuestra anfitriona Arantxa, a la que desde aquí queremos agradecerle la dedicación y atención mostrada para con nosotros (bucarestianos y sofienses) e invitamos a nuestras respectivas ciudades.

Ese tío ahí, Rafa campeón. No voy a entrar en detalles…

De la fiesta algunos efectivos nos dirigimos a una discoteca de 3 plantas de Belgrado, de la que no tengo fotos pero sí videos, aunque mejor no los cuelgo, pesan mucho…

Al día siguiente dimos el típico paseo turístico, porque claro, no habíamos ido sólo a comer, dormir y beber, ¿verdad Javier “beCairo”? Desde el fuerte se tiene una panorámica bastante bonita de la ciudad. Sí, lo sé, debería pelarme, o al menos peinarme.

¿Qué será lo que por las nubes se aproxima peligrosamente a la cabeza de Sergio? ¿Un pájaro, un avión, un proyectil?

Proseguíamos nuestro paseo dirigiendo nuestros pasos a una iglesia de altas torres que se distinguía a lo lejos. He de decir que Serbia, al igual que Rumanía, es de mayoría ortodoxa. Y cuando llegábamos a la iglesia nos encontramos con la siguiente estampa, ¡qué bonito!

Siento que la foto no sea buena, pero no quería acercarme mucho. A fin de cuentas era una boda pero no la mía, ni la de ninguno de mis amigos. Hablando de bodas, muchísimas felicidades adelantadas a Chete, uno de mis mejores amigos, que se va a casar el viernes 1 de septiembre de 2006. Qué grande sois tú y Reyes. Por favor, no contratéis una banda como ésta:

Esta imagen me gusta mucho. Siento si no se pueden apreciar con suficiente claridad algunos detalles, pero está tomada dentro del templo, en el que había muy poca luz, porque a la izquierda de la señora que se observa se estaba celebrando la boda:

El estómago empezaba a hacer estragos, por lo que fue necesario parar a repostar. A instancias del sofiense Pablo, paramos en un restaurante llamado “Madera”, en el que experimenté por primera vez como alguien con aire de mayordomo inglés me quitaba el abrigo e incluso me apartaba la silla de la mesa para que me sentara. Sinceramente, me senté con miedo, pensando que era una cámara oculta y que me iba a quitar la silla en el último momento, jejejeje…

Pues así era la mesita que pillamos. Éramos 4 de Bucarest y 6 de Sofía, ya que Arantxa, la becaria autóctona, tenía que trabajar ese sábado para terminar de apuntalar una misión comercial… En total unos 10, para una comida que no salió por más de 12 € cada uno. Increible después del trato recibido y de la exquisitez e incluso cantidad (en algunos casos) de los alimentos “zampados”.

Después de reposar algo la comida fumando y riendo con la situación en la que estábamos, dimos otro largo paseo hasta llegar al hostal, el más barato de Belgrado creo yo que sería. Venía a salir por 10 € la cama, en una habitación para unas 8 personas. En cualquier caso la teníamos casi íntegramente ocupada nosotros. Echando un intento de siesta quedamos esperando la fiesta de esa noche…

Una vez preparados todos, fuimos a otro restaurante a cenar, creo recordar que se llamaba Mark Twain o algo así (en cualquier caso era el nombre de un novelista americano famoso). Echando las primeras birritas casi me arranco a cantar (por los pelos de cantaor que tengo digo…)

Adrián con la cara de felicidad que la proximidad de la comida suele ocasionar en las personas a determinadas horas del día. A su derecha (izquierda en la foto para los más lentos), nuestra anfitriona, Arantxa. A su izquierda, ni idea, no me acuerdo.

Para despediros de la cena y de este post hasta mañana, os mostraré a mi homólogo sofiense Armando, ya conocido en estás páginas, cuya cara de felicidad no era nada con la que luego iba a tener (vaya la que armó Armando…)

Queríamos salir ya del país. Los becarios de Sofía, mucho más avezados en esto de viajar (o eso, o que en Bulgaria no merece la pena moverse por el país tanto como aquí en Rumanía) nos propusieron una excursión conjunta a Belgrado, la capital de Serbia & Montenegro.

Aceptamos encantados, habida cuenta de lo bien que lo pasamos cuando estuvieron en Bucarest, y de las ganas que teníamos de conocer Serbia. Así pues, Sergio y Adrián compraron los billetes del tren-cama (50 € cada uno ida y vuelta, “tirao”), con el siguiente programa:

Salida de Bucarest – 22:00 (viernes).
Llegada a Belgrado – 11:00 (sábado, hora de Belgrado, o sea, una menos que en Bucarest, o sea 14 horas de viaje).
Salida de Belgrado – 16:15 (domingo).
Llegada a Bucarest – 06:00 (lunes).

Sí, si hacéis cuentas salen casi 30 horas en Belgrado por 26 de viaje… pero creedme, mereció la pena. Además de mis primeros pasos en un país que se maneja con el alfabeto cirílico (qué impacto), el viaje tuvo grandes alicientes.

Nos pegamos parte de la noche jugando al mus en el vagón, con una mesa improvisada hecha de cojines y espectadores que desde el pasillo miraban aterrados los naipes, en concreto los 4 cerdos que me salieron en una mano y que me permitió destrozar a mis rivales con gran regocijo… el chico no entendía como una combinación de “3” y señores con barba podían ser tan buenas cartas… además, me parece recordar que mi pareja de mus, Gonzalo, era mano y tenía “la 1”. Esa noche se dio bastante bien para nosotros, no como otras…

Después al sobre, por llamarlo de alguna manera, y cuando despertamos saqué la cámara, jejejejejejejeje… Adrianul censurado:

Sergiul estirándose:

Gonzalo agobiado y muerto de frío…

Uno más feo que mi pie izquierdo, vivan las legañas…

Primera impresión cirílica, muy fuerte. La palabra de la derecha es “Beograde”, creo…

Teníamos alquilado un coche, en el cual nos movimos por Belgrado (ya ya ya…):

Nada más llegar nos encontramos con un pequeño problema técnico… ¿cómo llamar a los de Sofía?. ¿A qué móvil, al español?. ¿Cómo se marca aquí?. ¿Y las tarjetas telefónicas?… en fin, pequeñas tonterías que resolvimos con la eficiencia acostumbrada (es decir, tardamos 2 horas en esas minucias).

Ese tío ahí lo pillamos currando en sábado en plena calle:

Pero claro, más le valía estar disponible. Al final la peña se tuvo que bajar del autobús e irse a casita andando.

Una foto de seguro típica.

Y un toque artístico para despedirme, dejándoos con la intriga de qué nos ocurrió después de nuestro paseo inicial del sábado.

El miércoles de la semana pasada fue el último día de trabajo (en esta oficina con ambiente zen) de nuestra queridísima compañera Silvia García, becaria de alguna historia rara de estas de cámaras y tal… nunca me acuerdo del nombre, lo reconozco. Pero vamos, que venía representando a Madrid (aunque la chica es alicantina) al certamen de Miss Business Romania. Junto a la becaria de la Cámara de Madrid, Laura, y que tendrá su despedida a su debido tiempo.

Para la ocasión Silvia hizo acopio de algunos pastelitos y una botella de bebida semiespirituosa…

Y disfrutamos de un mínimo momento de algarabía que rompió la armonía de jardín budista que, a decir verdad, inunda nuestra oficina. El buen ambiente impera, y la amabilidad en el trato es algo que se agradece bastante, sobre todo viniendo de instancias superiores.

Pero no quiero desviarme del propósito del post, que no es otro que el de dar las GRACIAS a Silvia por cómo se ha portado con los nuevos (Anita, Adrián, Sergio y yo). Nos ha dado mucha información útil, nos ha dado la mejor de sus sonrisas a todas horas y sobre todo, nos ha dado mucho tiempo para hacer la digestión mientras digería alguna de sus interminables ensaladas. Como te echaremos de menos cuando lleguemos a la ofi a las 14:25 después de comer.

En cualquier caso estamos de enhorabuena porque… bueno, ya se verá. Gracias de nuevo, Silvia.

Alfonso Ussía. La Razón:

Me siento español y quiero sin límites a mi Patria. Soy un facha.
Mis escasas ¿por la edad? actividades políticas durante el franquismo fueron rotundamente antifranquistas. Pero soy un facha.
Voté con ilusión y entusiasmo a favor de la reforma política y en el “referéndum” de la Constitución. Pero soy un facha.
Creo en el principio de solidaridad entre los territorios de España, y defiendo que los más favorecidos tienen que ayudar a las autonomías más deprimidas. Pero soy un facha.
He estado, estoy y estaré siempre del lado de la libertad, pero soy un facha.
Me repugnan las dictaduras y las tiranías, de un signo o de otro. Pero soy un facha.
Creo en la independencia del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Precisamente por ello, soy un facha.
Creo que no hay ninguna nación en Europa más abierta a la descentralización administrativa que España. Y soy un facha.
Creo en la obligación moral y ética, como parte de la sociedad de una nación desarrollada, de acoger y ofrecer toda clase de oportunidades a los inmigrantes. Y soy un facha.
Creo en la libertad de opinión y de expresión, y, por ello, soy un facha.
Creo que la administración del dinero público no consiste en el despilfarro, las ayudas personales o las inversiones ruinosas e innecesarias, y soy un facha.
Creo en Dios y en la civilización y humanismo cristianos, de ahí mi condición de facha.
Creo en la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, y soy un facha.
Creo en el individualismo y recelo del colectivismo,y soy un facha.
Creo en la igualdad de oportunidades y en la obligación de los poderosos de contribuir al equilibrio de los débiles, y soy un facha.
Creo en el honor, en la lealtad, en el amor y en la honestidad. Y soy un facha.
No creo en los nacionalismos excluyentes, étnicos e históricamente inventados, y soy un facha.
No creo en el rencor como instrumento fundamental para ejercer la política, y soy un facha.
Creo en el perdón y la reconciliación de todos los españoles, y soy un facha.
Creo que el futuro de España y de cuarenta millones de españoles no puede continuar en manos de unas minorías antiespañolas y chantajistas. Y lo creo porque soy demócrata, pero soy un facha.
Creo en el latín y en el griego, en la Poesía y en el Arte, en la palabra y el trazo, y soy un facha.
Creo lo mismo en Manuel que en Antonio Machado, prueba irrefutable de que soy un facha.
Creo que ser español y sentirse español es tan duro como maravilloso, y soy un facha.
Creo en los símbolos y en las emociones, y soy un facha. Creo en la Justicia, y soy un facha.
Creo que los asesinos no pueden tener más privilegios que las familias de los asesinados, y soy un facha.
Creo en la siembra del sentido común regado con la sangre de mil españoles inocentes, y soy un facha.
Creo en la vigencia de nuestra Constitución, en sus amparos y en sus obligaciones. Y soy un facha.
Creo en la Monarquía y en el ejercicio arbitral de la Corona, y soy un facha.
No creo en la división de España y en el establecimiento de diferencias entre los españoles, y soy un facha.
Pues eso, ¡qué le voy a hacer! Soy un facha.