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Museo Nacional de Historia Natural Grigore Antipa

Era un domingo del mes de abril, creo. O del de mayo, pero al principio del mismo. Aunque apostaría a que era a finales de abril. Típico fin de semana en el que te levantas tarde el domingo con la sensación de que no has aprovechado el tiempo. Que ya llega el lunes y no has sacado jugo de los días de asueto. Que no has crecido, y ni siquieras has descansado como te hubiera gustado. En ese tipo de momentos, yo no sé a vosotros, pero a mi me entra una mala leche mortífera, y hago cualquier cosa que me cuesta mucho trabajo, y que sé que normalmente no haría, para compensar la apatía anterior. Así, me dije, hoy toca museo. No es que los odie, ni mucho menos, pero la verdad es que no suelo tener un hueco en mi horario semanal para ir a visitar algún museo. Trato de dedicar algo de tiempo a alguna actividad cultural, no en vano últimamente salgo a película diaria, pero lo que son los museos, no suelo prodigarme.

Craso error.

Me acordé de ti Hugo, no pude evitarlo

Me puse la ropa más cómoda que pude, y salí a la calle. No sólo hago algo que normalmente no haría, sino que lo hago como normalmente no lo haría… me encanta andar por una ciudad nueva, por zonas nuevas de una ciudad conocida… pero repetir pateos no suele ser de mi agrado.

Algunas escenas estaban muy logradas, incluso en su crueldad

Sobre todo cuando hace un sol de 30 y tantos grados, ya ves tú, igual sigo de flaco… pero andar tocaba, que había que vencerse para terminar un fin de semana tan perro. Y sudé, pero disfruté como un enano. No sé, estaba totalmente sólo en la calle, un domingo después de comer, con un sol de justicia, por Bucarest, camino del museo de historia natural Grigore Antipa… empecé a sonreir, y a sentir que hacía algo mínimamente útil con mi tiempo.

¿Qué es pintado y qué cuelga de hilos?

Definitivamente era finales de abril, pues ahora recuerdo con qué pagué a la entrada. Previamente informado por internet del precio del museo, había cogido un buen chorro de monedas de 10 céntimos de Lei nuevo, que durante la primera quincena de cada mes voy amontonando en botes de cristal para poder fumar durante la segunda, cuando ya no me queda ni un billete.

Qué recuerdos… (ver siguiente foto)

Adverick y su ataud de amatista

Triste pero real como la vida misma. Pagué y bajé, siguiendo las indicaciones del personal del museo. Sinceramente iba con el cerebro totalmente abierto. Era la primera vez que estaba en un museo de historia natural. El clima en el interior era perfecto, incluso algo fresquito, pero lo justo para no resultar desagradable y para quitarme el agobio del calor pasado unos minutos antes.

Para algo que vi de España, había que fotografiarlo…

Pensaba que no iba a haber nadie. Pero sí que había peña. Varias parejas jóvenes, algunos con, otros sin churumbeles. Grupos de señoras (se podrían encuadrar en el arquetipo de “maruja” de toda la vida, con las precauciones debidas) también se dejaban ver.

Piedrecitas 1 – USA

Piedrecitas 2 – Gran Bretaña

Piedrecitas 3 – Rumanía

Aprendí lo que es un “biorama”: reproducciones de escenas “reales” de los animales en su hábitat; sólo que los animales están disecados y el hábitat compuesto por ramas y hojas secas, árboles de cartón piedra y cielos de papel. Entrecomillo la nueva palabra porque no he conseguido averiguar su traducción en español, ni en inglés.

Esqueletazos 1 – ¿Ciervo gigante?

Esqueletazos 2 – Oso


Leí cada inscripción, cada etiqueta, y aprendí cosas que ya nunca podré olvidar. Lo único que pasa es que ahora no me acuerdo bien…

Esto es lo más cerca que he tenido un oso hasta ahora

Estuve como una hora y media sólo en el sótano, superrelajado y absorto en los mapas que mostraban la situación de los continentes en los distintos períodos en los que los historiadores dividen la vida de la Tierra. Volví mentalmente al instituto, qué tiempos aquellos en los que saqué mi primer y último 0. En realidad tenía un 8, pero el gran Bernardo Pareja estimó conveniente premiar la histórica cita con que le obsequié en ese examen: escribí, todavía no sé cómo ni por qué, ni lo sabré, “animales fotosintéticos”. O sea, animales que hacen la fotosíntesis… un momento de silencio por la inocencia de un Banyú de la vida, con 14 años y un despiste enorme en lo alto…

Y ya de estos, ¿para qué hablar?

También me sorprendieron mucho las recreaciones que tenían de distintas razas de personas. No habían intentado plasmar las razas mayoritarias, sino que habían puesto su interés en razas muy minoritarias, como los esquimales.

Dedicada a Sergio, gadita en Sidney

También había momias, intentos de reproducción de familias de distintos pueblos de la antigüedad… la verdad es que algunas caras impresionaban, estaban muy curradas. Junto a cada muñecote, una descripción del pueblo al que pertenecen, del número que quedan, si no están extinguidos, de la zona del mundo en la que habitan. Me encantó esta parte del museo.

Víctor o Paulinha, contadnos algo de las momias peruanas, por favor

Me queda por visitar en condiciones la planta baja y la primera, que sólo vi de pasada, pues ya llevaba casi dos horas en el museo y había quedado para ir al cine. Si voy otro domingo tontorrón, os contaré los miles de insectos, los cientos de peces, los incontables animales disecados (incluídos tigres y leones) que tienen en este fantástico museo.

Escuchando: “Staying alive – Bee Gees”.
Santoral: Digna y Félix.
Efemérides:
1800 – El ejército austriaco es derrotado por Napoleón en la Batalla de Marengo.
1982 – Rendición de las tropas argentinas en Puerto Argentino (Puerto Stanley en inglés), fin de la Guerra de las Malvinas.

June 14, 2006   Comments Off on Museo Nacional de Historia Natural Grigore Antipa