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Doblan por ti


Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.

John Donne

—Bésame –dijo ella–, si te vas.
—Eres una desvergonzada–dijo él.
—Sí; por completo.
(…)
—Tú –insistió ella–, lo he visto todo.
—No has visto nada. No has visto más que a un hombre. A un hombre a caballo. Vete. Vuélvete ahora mismo.
—Dime que me quieres.
—No. Ahora no.
—¿Ya no me quieres?
—Déjame. Vuélvete. Este no es el momento.
—Quiero sujetar las patas de la ametralladora, y mientras disparas, quererte.
—Estás loca. Vete.
—No estoy loca –dijo ella–; te quiero.
—Entonces, vuélvete.
—Bueno, me voy. Y si tú no me quieres, yo te quiero a ti lo suficiente para los dos.

Por quién doblan las campanas. Ernest Hemingway.

0 comments

1 edinne { 07.10.07 at 12:40 }

Alguien deberĂ­a explicarle a ella, que querer por dos no es suficiente, de hecho sobra.

2 banyuken { 07.10.07 at 15:33 }

El corazĂłn tiene razones que ni la misma razĂłn entiende. Es una frase muy tĂ­pica pero viene bien para entender la postura de ella en este tipo de situaciones.

3 Gigi { 07.11.07 at 15:08 }

Esto me recuerda a un curioso aforismo de Borges, que me gusta mucho:

“Todos los hombres en el vertiginoso instante del coito, son el mismo hombre. Todos los hombres que repiten una lĂ­nea de Shakespeare, son William Shakespeare.”