Viernes, peliculita en casa: Rebecca
Antes de empezar con la pelÃcula en si, me gustarÃa dejar constancia de que fue Aida (grazie mille) quien me dio la idea de retomar a Hitchcock. HacÃa muchos años que no veÃa una pelÃcula suya, exceptuando la magnÃfica Vértigo durante mi estancia en Bucarest (gracias, Óscar).
Si no la has visto, te aconsejarÃa que me dejaras un comentario dándome las gracias por anticipado, la pusieras a descargar y te fueras de aquà raudo y veloz, sin leer ni una palabra más. ¿Qué haces?, ¿sigues aquÃ?, ¡largo! (pero vuelve mañana :D).
Si la has visto, podemos compartir reflexiones…
La pelÃcula pivota claramente sobre Manderlay (no confundir con la pelÃcula de Lars Von Trier, no tiene nada que ver… ¿o sÃ?), el enorme castillo propiedad de Maxim de Winter. Hay dos pelÃculas, antes de que la acción se traslade a Manderlay, y después de.
Es el Sr. de Winter lo que hoy se conocerÃa como un viudo de oro. Joven, aparente, acaudalado y culto. Una joyita, vamos. Durante unas vacaciones en Montecarlo, conoce a la asistenta o dama de compañÃa de una ricachona americana. Se enamoran (“Bless you for that”), ella abandona a la ricachona (cosa que no puede apenar en ningún caso al espectador) y se casan mediante lo que podrÃamos denominar boda exprés. Tras ésta, el matrimonio se va a vivir a Manderlay…
Desde el mismo momento de la llegada, cambian los planos, la atmósfera, la música… pasamos de un ambiente festivo, juvenil, a otro gótico, sombrÃo. AllÃ, la nueva Sra. de Winter no se adapta en ningún momento a la vida del castillo. No se hace con las riendas del mismo, ni con las del matrimonio. Se encuentra perdida, sóla, triste y temerosa. La sombra de Rebecca de Winter, la primera Sra. de Winter, es demasiado alargada para ella. Se le hace insoportable. En esta fase de la pelÃcula Joan Fontaine está francamente bien.
Cada aparición de la Sra. Danvers, la ama de llaves, viene siempre acompañada de un cambio en la música, en el ambiente de la escena, aportándole sobriedad, cuando no creando momentos verdaderamente sombrÃos.
El conflicto entre la Sra. Danvers y la Sra. de Winter no tarda en llegar, y lo hace con motivo de un baile de disfraces que la segunda se empeña en celebrar, como refuerzo a su irreal liderazgo de la casa.
Esto es sólo el preludio al primer giro, genial, de la historia: Rebecca de Winter no murió. Maxim la mató. No sólo no la amaba, sino que la odiaba, por haberse hecho imprescindible para todos excepto para él, a quien engañaba y ridiculizaba constantemente.
La conversación entre Maxim y Jennifer es genial, se sinceran, alcanzando un grado de confianza y complicidad enorme, y recuperando de golpe la lucidez que parecÃan haber perdido.
Cuando, en la pausa del juicio, el Sr. Favell intenta hacer chantaje a Maxim, se produce la excusa perfecta para la última sorpresa de la pelÃcula: Rebecca no estaba embarazada, sino que tenÃa cáncer. Para mi este giro, siento espectacular, no llega de la misma forma que el primero, en el que el encantado espectador descubre asombrado que los sentimientos de Maxim de Winter hacia la intachable Rebecca no eran de amor sino de aborrecimiento.
Tengo que hacer una mención especial de los papeles de Laurence Olivier como Maxim y Judith Anderson como la Sra. Danvers. Ambos lo bordan. George Sanders también hace un papel muy aseado como el Sr. Favell.
Donde más se nota la maestrÃa de Hitchcock es en la facilidad para pasar de un ambiente a otro, para darle toques a las escenas realmente sombrÃos como si de un juego de niños se tratara.
June 27, 2008 4 comentarios