Llevo varias semanas saliendo los sábados con la bicicleta de montaña por el campo. Tengo que aclarar que no es algo nuevo para mi, pero hacía muchos años que no lo hacía. Y lo cierto es que no sé cómo he podido estar tanto tiempo sin experimentar el silencio de los animales, del bosque, del río… el murmullo de la cadena, repetitivo, monónoto, gris, al ritmo que tus piernas le marcan… los pequeños momentos de tensión ocasionados por los cruces de conejos y otros animales justo frente a tu rueda delantera a altas velocidades, las casicaídas (de momento, toco madera), los duros ascensos, los gratificantes descensos… escuchar canciones como Nude en mitad de un bosque tras dos horas de intenso pedaleo, o Wildcat en pleno ascenso rompepiernas son experiencias por las que toda persona en edad de trabajar debería pasar.

A partir del 1 de agosto, saldré todas las mañanas, muy muy temprano, como parte de un experimento horario que ya contaré más adelante detalladamente. Este fin de semana he hecho una excepción, pues ayer sábado y hoy domingo estamos alrededor de 20 amiguetes en una casa de campo, celebrando la despedida de soltero de Javier Duro. Mi más sincera enhorabuena para él y para su futura esposa Camila.