Category — Cultura
Legendario Sevilla FC
Se me han agotado los calificativos para describir lo que está haciendo el Sevilla FC desde hace un par de años. Y es que diga lo que diga, escriba lo que escriba, piense lo que piense, me quedaré corto. Ya sé que no hemos ganado 300 ligas, 345 copas del Rey, 12 Champions y 11 Intercontinentales, amén de 500 supercopas de cada. Ya sé que no tenemos 100 millones de seguidores repartidos por el mundo entero, ni son 100 los millones de euros que podríamos gastarnos en un futbolista. Tampoco se cuentan por centenares las cadenas de televisión, radio, periódicos… que ensalzan hasta el hastío nuestros triunfos y ocultan con amor y paciencia maternales nuestros defectos. Que se empeñan en poner piedras día tras día en el camino de nuestros “enemigos”. Que tratan como a enemigos a todos los equipos que nos pueden robar algo de gloria.
No, no tenemos nada de eso. En realidad, lo único que tenemos, y que sabemos que NUNCA va a fallarnos, es un SENTIMIENTO enorme e inexplicable (aunque tú, Quique, estuviste muy cerquita de plasmarlo en ese vídeo). Alguna vez he tratado de explicarle a más de una persona, incluso a mi mismo, cómo es posible que un grupo de tíos corriendo detrás de una pelota (esta “definición” es de la mejor madre del mundo del año 2006 y de todos los anteriores de mi vida, o sea, la mía) me haga tan feliz o tan desgraciado.
Lo cierto es que no hay que magnificar las cosas. Todos tenemos una vida, y el fútbol no es más que una parte más del puzzle que vamos completando día a día. Se puede poner más o menos intensidad en las piezas del rompecabezas, de forma que se sufra más o menos. Se puede superar la pérdida de una pieza con la alegría que supone colocar otra. La intensidad e importancia que los sentimientos tienen en el día a día varían de una persona a otra, y, en una misma persona, en función de gran cantidad de factores. Pero se puede “quitar” importancia a ciertos piezas del rompecabezas. Es cuestión de principios. Por ejemplo, existen aficionados al fútbol a los cuales sus equipos les dan absolutamente igual cuando no obtienen grandes triunfos ni titulares. En cuanto estos llegan, son los más forofos del mundo. Este tipo de personas nunca podrá llegar a disfrutar ni sentir nada realmente grande. Prefieren protegerse en los malos momentos, pensando que pueden saltar de un gran momento a otro, yendo por la vida cual si de un camino de rosas se tratase, recibiendo palmaditas en la espalda, y arrimándose siempre al buen árbol…
Pero sólo cuando se llora de dolor, cuando se toca fondo, cuando se saborea la derrota, la impotencia, la desesperación, la nada más absoluta es cuando se disfrutan de verdad los éxitos. Y de dolor, de derrotas, de impotencia, de desesperación, de que nos ninguneen… de todo ello tenemos muchísima experiencia los sevillistas. No sólo a nivel futbolístico. Y creo que ahí está la clave del enorme sentimiento que esta afición pone siempre que salen los once (uno por barra del escudo) al campo.
Fui socio del Sevilla muchos años en mi infancia y durante mi adolescencia. Entre ellos, fui socio los tres años que, viviendo yo, pasó en Segunda. Los tres. Gol Norte, grada baja, poste izquierdo de la portería, hacia arriba hasta el muro que la separa de los pasillos del estadio. Yo vi perder al Sevilla 0-4 contra un equipo cuyo mejor jugador en aquella época era un canterano fugado de nuestra casa a las primeras de cambio. Lo he visto perder con filiales de supuestos equipos grandes. Lo he visto ser eliminado de la Copa del Rey por auténticas bandas. Os podéis imaginar la banda que éramos nosotros entonces. He llorado mucho por y con este equipo. Me he lamentado amargamente por no haber podido ser futbolista y poner todo el amor que le tengo a ese escudo, a esas once barras, a esas siete letras, a esos tres santos… a ese balón… a un balón, sobre un campo de fútbol.
Alimenté mi sevillismo pensando en blanco y negro, soñando con el Niño de Oro…
Y, de pronto aparece un tipo que empieza a hablar de recuperar el orgullo, de profesionalizar la entidad, de la importancia del escudo, la bandera y la afición por encima de los nombres de los jugadores… ¿estará loco?… de que no hay nadie imprescindible, de vender caro y fichar bien, de olvidar las rencillas locales que nos impiden crecer, de seguir mimando la cantera, de ilusionar a la afición… ¡definitivamente está loco! Pero es que además de hablar sobre eso, lo cumple: se rodea de gente competente, y además, sevillista, que los hay entre nosotros, vaya si los hay; se ponen las bases, hay un caldo de cultivo ideal para trabajar. Y se trabaja, se trabaja mucho. Se le echa casta, coraje, imaginación, picardía, cojones. Se mira al frente, se llenan las alforjas de ilusión.
El Centenario. Qué Centenario. El Arrebato pone su corazón y su garganta.
Las viejas glorias, su granito de arena. Tú, y yo, y el otro, también. Todos. Un artista sevillista venido de donde el calor aprieta más todavía que en nuestra ciudad…
Los resultados comienzan a llegar, el dpto. de Marketing empieza a bombardearnos con periódicos, revistas, pósters, la radio oficial, la televisión oficial. Ir a la bombonera de Nervión deja de ser autoflagelarse y se convierte en la mayor alegría de la semana. La gente deja de ir con el ABC bajo el brazo, para vestir orgulloso la camiseta de la última final y la bufanda de la penúltima eliminatoria europea.
Monchi y Juande, Juande y Monchi, son “los que saben de esto” en el Sevilla. Y también trabajan, trabajan mucho. Y hablan poco. Ya habla por ellos ese otro tipo, “el loco”. Ya se lleva él todos los palos de los que no saben cómo meterle mano a esta fortaleza que es el Sevilla de hoy día. Estoy tranquilo. Sé que “está loco”, así que sé que por muchos palos que le den no va a parar. Rezo para que no vuelva a él la cordura, si alguna vez la tuvo. Os dejo la foto de “otro loco” que tampoco paró en su día, para que veáis la mirada de la locura, de la locura sevillista…
Las lágrimas de pena se transformaron en lágrimas de ilusión, de rabia contenida, de gloria. No cabe duda que esto no pasó en dos días. Ni fue fruto de la casualidad. Pero si tuviera que elegir un momento como punto de inflexión, elegiría (y conmigo, seguro, el 90% de los sevillistas) el gol de Antonio Puerta en el partido de vuelta al Schalke 04, en el mes de abril de 2006. Ese gol nos metía en la primera final después de más de 40 años de desencantos. Después de que tuviéramos que imaginarnos ese escudo que tantas hormigas despierta en nuestros estómagos levantando copas en blanco y negro, a la lumbre de una cálida conversación con nuestros abuelos. Ni siquiera nuestros padres podían contarnos nada tan grande.
Ninguna copa. Ningún gran triunfo. Ningún motivo para enorgullecerse especialmente. Ninguno, si no fuera por este sentimiento. Por esta afición. Por esta enorme masa social que no se rindió. Que ahorró fuerzas para explotar. Que ha explotado.
No pude estar en Eindhoven. No pude estar en Mónaco. Viví ambos triunfos desde Bucarest, con una alegría y orgullo difícilmente explicables con palabras. Los que me tuvieron que “aguantar” en aquellas fechas tienen y tendrán un hueco en mi pequeño altar particular de la paciencia. Espero que sepan perdonármelo y que lo comprendan.
Glasgow lo viví en Madrid. Rodeado de compañeros de amarguras, ahora de alegrías, en una peña sevillista sita en el pub Tot Madrid (metro Ciudad Lineal, ambientazo para ver los partidos de nuestro Sevilla FC).
Durante este año, pude ver en directo a nuestro Sevilla FC en distintos escenarios. En el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, contra el AZ Alkmaar (gracias Luis, por el carnet), donde tuve que asistir con todo el dolor de mi corazón a uno de los poquísimos fallos que ha tenido el más grande jugador de la historia reciente del Sevilla, don David Castedo Escudero, y que fue especialmente significativo por habernos dejado a las puertas del récord de imbatibilidad casera en partidos europeos. Aunque si por cada jugador con la profesionalidad, la gallardía, la nobleza y la garra de don David Castedo tenemos que perder un récord, firmo ser del equipo antirécord.
Pude ver al Sevilla en la Romareda, donde también perdimos, en un partido que será más recordado por el combate pugilístico que por el futbolístico, o por la magnífica acogida que nos dieron a Javier y a mi nuestras amabilísimas cicerones mañicas, Adriana y Patricia.
O por la foto que me hice con “el loco”:
O con el que “descansará cuando se muera”:
Me desplacé a Bucarest, pocos meses después de abandonarla con la idea de no volver en diez o quince años, sólo unos meses después. La razón… tenía demasiados sentimientos respecto a un duelo Steaua de Bucarest – Sevilla FC como para no estar presente en Ghencea. Me costó mucho trabajito, pero mereció la pena. Para mi ese viaje fue mi Eindhoven y mi Glasgow. La cervecita con don Jesús Alvarado y un nuevo apretón de manos con don José María del Nido no fueron sino pequeños sellos que lacraron el cierre de deudas históricas que mi equipo había contraído con mi corazón. El reencuentro con la comunidad “rumañola” también ayudó a hacer de ese viaje algo muy especial y que nunca podré olvidar. Por cierto, desde aquí quiero desear toda la felicidad del mundo a Daniel, aka Gabarrescu o Gabarrakis, y Alexandra, ante su inminente boda. Él y otros dos amigos que sienten (exclusivamente y compartiendo, Francis y Óscar) en culé, derrocharon clase y torería al venir conmigo a Ghencea a animar al Sevilla FC, tras haberme “aguantado” un 25 de agosto delante de una pantalla en un pub de Bucarest. No encuentro las fotos de este partido. Deben estar en algún lugar de tu disco duro, Óscar.
Estuve en Vallecas, haciendo proselitismo sevillista con mi ex-compañero de piso Thomas, y tratando de calentar los ánimos de nuestros jugadores, que estuvieron algo fríos en la gélida noche madrileña. 0-0 fue el resultado. La competición era la Copa del Rey…
Así pues, en la mejor temporada de la historia del Sevilla FC, puedo decir que he presenciado al menos un partido del equipo en cada una de las competiciones que ha disputado, rompiéndome la garganta en cada uno de ellos. Exceptuando la Supercopa de Europa, que al ser una competición de un partido no daba mucho margen de maniobra. En cualquier caso ese “error” ya está subsanado, dado que estaré en Mónaco el próximo 31 de agosto. Ni tengo entrada ni creo que pueda conseguirla, pero pondré mi granito de arena para enfriar los ánimos de los tifosi milanistas durante la fiesta del día de partido, y aprovecharé para volver a ver a Cristian y Margotte, la divertida pareja que nos adoptó a Mirja y a mi cuando estuvimos en Semana Santa en Marsella (lo sé, tengo el post pendiente). Ahora bien, el día más feliz de mi vida como sevillista lo viví ayer. Llevo seis meses en Madrid, durante los cuales he tenido momentos buenos y otros no tanto. Para mi, “recibir” a 65, 70, 75 (los que fueran) mil sevillistas, poder cantar con ellos lo que tantas veces habré cantado con dos o tres, o sólo, durante los cerca de dos años que llevo fuera de Sevilla, sentir su calor, su arte… reconocerme en ellos, sentirme como en Sevilla, como en mi casa… eso no tiene precio.
Cuando mi padre, unas semanas antes de la final, me llamó y me dijo que un amigo suyo le ofrecía una entrada en la zona del Getafe para mi, a precio oficial, sin 1 € de lucro, no me lo podía creer. Grande papá, y grande tu colega, Sergio. Cuando franqueaba la puerta número 20 del Santiago Bernabéu, iba tan lleno de ilusión, no ya por la posible victoria, sino por la posibilidad de estar ahí, de disfrutar una final, en Madrid, de mi Sevilla, en un estadio repleto de seguidores sevillistas (creo no exagerar ni un ápice cuando digo que éramos un 80% del graderío). Mucha gente decía que en ilusión ganaba el Getafe. En conjunto, ni lo sé ni hay forma humana de saberlo, pero a mi anoche no me ganaba nadie cuando empecé a levantar mi bandera del Centenario rodeado de cartulinas azules. Cuando veía que alguna mirada se posaba en el escudo de mi camiseta. Cuando alzaba mi bufanda de la peluza estilista (el grupo ultra más parecido a los Biris que he visto un campo de fútbol)…
El partido, lo de menos. El resultado, no voy a decir que también, que nadie se asuste. Se ganó. Y es que este equipo no sabe hacer otra cosa. Destroza las finales, pero también las sabe sufrir. O te golea o te perdona hasta que lo llevas a los penaltis. O te da un picotazo mortal y luego te asfixia, hasta que mueres lenta e impotentemente. Esto último es lo que le hizo ayer al Getafe, deportivamente hablando. A nivel humano, tengo que reconocer que la afición getafense, en las personas de las familias y chavalotes que tenía a mi alrededor, dio una lección de saber estar, como la del Sevilla. Hubo algunos que se calentaron, por ambas partes, y la fiesta casi se tuerce. Afortunadamente, se calmaron los ánimos ante la evidente superioridad de los que querían que siguiera adelante, y de su enorme cordura.
Vídeo grabado por mi amigo Gons; gracias campeón
El reencuentro con muchísima gente de Sevilla que no veía desde hacía bastante tiempo (algunos desde hacía muchos años) añadió más emoción a un día ya saturado de ellas desde sus inicios. El fin de semana entero ha sido como una explosión. Pero se acabó.
Gonzalo, Tole y yo
Con un madridista enrrolladete
Y tengo que poner otras piezas en mi puzzle. Me tengo que levantar a las 6:40, y son ya más de las 2 de la mañana. Habrá que ir pensando en descansar.
Si eres sevillista, ¡enhorabuena!. Por serlo, por la Copa del Rey, y por el ascenso de nuestra muchachada a la segunda división. Y por tantas cosas…
Y si no eres sevillista, aún estás a tiempo. Si no te lo crees, mírate el corazón y lee los requisitos necesarios. Ya los redactaron unos visionarios un lejano 14 de octubre de 1905 (no puedo escribir ese año sin acordarme de ti, abuelo)… los puedes encontrar en la siguiente foto, con la que me despido. Grande. Enorme. Legendario… Sevilla Football Club.
June 24, 2007 Comments Off on Legendario Sevilla FC
Sinuhé. Kaptah.
“Yo, Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes, ni por miedo del porvenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y cansado estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes. Es, pues, para mí solo para quien escribo“.
“A mi juicio, el oficio de tabernero es también el más seguro de todos, porque la sed del hombre permanece inalterable pase lo que pase, y aunque se tambalease el poderío de los faraones, y los dioses se cayesen de sus tronos, las tabernas y las hosterías no estarían más vacías que antes. Porque el hombre bebe vino en su alegría y lo bebe en su tristeza; en el éxito alegra su corazón con el vino y en el fracaso lo consuela de igual modo; bebe cuando está enamorado y bebe cuando su mujer lo apalea. Acude al vino cuando los asuntos van mal; riega sus beneficios con el vino. Ni tan sólo la pobreza impide al hombre beber vino. Y lo mismo ocurre con la cerveza, si bien he hablado del vino porque es más poético y suscita la elocuencia, puesto que, cosa curiosa, los poetas no han compuesto todavía poemas en honor de la cerveza, lo cual no es justo, porque la cerveza puede también, en caso de necesidad, procurar una embriaguez y un dolor de cabeza todavía mejor. Pero no quiero importunarte con el elogio de la cerveza y vuelvo a mi asunto, y por esto he invertido en esta taberna mis economías de oro y plata. Verdaderamente, no imagino oficio más agradable, salvo el de prostituta, que no requiere gastos de instalación, ya que lleva su negocio en sí misma, y si es un poco cauta pasará su vejez en una casa propia, construida con la potencia de sus flancos“.
Sinuhé el egipcio. Mika Waltari.
March 27, 2007 Comments Off on Sinuhé. Kaptah.
Farenheit 451
He aprovechado que mi amigo Javier volvía a Sevilla para ser agasajado de cara a su próximo cumpleaños, el lunes (felicidades, por cierto), para ocupar la segunda plaza de su minúsculo pero precioso coche.
La vuelta a Sevilla, de momento, ha traído aparejados momentos muy memorables, como las risas que tuvimos anoche mi padre, mi hermana Carmen y yo, y la comida y posterior cafelito e infusiones que hemos podido degustar un grupo de amiguetes este mediodía.
Antes de ver el Barça – Madrid de esta noche, en compañía de los colegas en mi casa, me dispuse a seleccionar un título entre la magnífica colección de películas de El Mundo, que hace unos años este periódico repartió a sus lectores.
Cual no fue mi sorpresa al encontrar entre las mismas el siguiente título: “Farenheit 451“.
Desconocía totalmente la existencia de una película sobre la novela de Ray Bradbury, que con tanto ansío he buscado desde hace unos meses, para completar la magnífica trilogía futurista y “apocalíptica” que conforma junto a “1984”, de Orwell, y “Un mundo feliz”, de Huxley. Desde que leí estas dos últimas he intentado hacerme con la novela de Bradbury, pero todos mis intentos han sido en vano. No la he encontrado en ninguna biblioteca en las que he buscado.
Casi siempre me han disgustado enormemente las versiones cinematográficas de cualquiera de las novelas que he leído. Es por eso que prefiero leerlas primero, y no contaminarme con la imperfección (por motivos obvios de recursos espacio-temporales, sirva como disculpa) de los guiones pertrechados a partir de los originales en letra impresa. Habida cuenta de que no encontraba la novela, y dejando para otro día “El tercer hombre”, elegí “Farenheit 451” para la tarde de cine, a la que en última instancia se sumó mi sobrino Juanjo.
Qué magnífica elección. Siempre estoy insistiendo a mis sobrinos en la necesidad de leer. Del poder que da ver el mundo a través de otros ojos. Del enorme bien que hace a nuestras pequeñas mentes, empequeñecidas y ensoberbecidas en si mismas.
Y esta película (ahora sí que voy a buscar con ahínco la novela) cuenta una historia refrescante con un final sencillamente genial sobre la persecución y persistencia del saber universal como fuente de remedios a las debilidades del alma.
Francamente genial.
March 10, 2007 5 comentarios
La educación en España
Vía e-mail, de mi amigo Tole, he recibido lo siguiente, con lo que no puedo estar más de acuerdo:
El triunfo de Rosseau
articulo de maria calvo charro,
profesora de derecho administrativo en la universidad carlos III (MAdrid),
en la gaceta de los negocios, sabado 11 de noviembre de 2006
Se traslada al profesor a una función subsidiaria y se sitúa al alumno en el centro del universo escolar.
En las últimas décadas se han impuesto una serie de tendencias pedagógicas que pretenden poner en práctica el absurdo consistente en tratar a los niños como una minoría oprimida que tiene la necesidad de liberarse. Se traslada al profesor a una función subsidiaria y se sitúa a los alumnos en el centro del universo escolar, dotándoles de unas facultades exorbitantes que los convierten en pequeños tiranos. El niño es creador por naturaleza y el profesor tradicional un destructor o represor de las iniciativas creativas de los alumnos. Según este planteamiento, al niño hay que dejarle que desarrolle su genialidad innata sin otra medida educativa que seguirle discretamente la corriente.
Los métodos más utilizados han consistido en rebajar las exigencias para que el aprendizaje se vea casi como un juego o un placer. Las reglas de comportamiento y el control de la adquisición de conocimientos son ejercicio de autoritarismo. Y, partiendo de la idea roussoniana de que el niño es bueno por naturaleza y de que los conocimientos florecerán por sí solos, se deja libertad al alumno para que a su ritmo desarrolle sus inquietudes y habilidades.
El actual sistema educativo, tomando como inspiración la idea de Montaigne, según la cual no debe haber otro estímulo para la enseñanza que el placer del neófito, descarta cualquier imposición o contrariedad, y consagra la idea de que el colegio es un lugar de socialización donde el niño acude a divertirse y no a esforzarse o aprender. Estamos ante lo que García Morente denominaba “pedagogías infantilistas“, a las que consideraba ?técnicas totalmente perjudiciales que lejos de favorecer la educación “la conducción de la infancia a la madurez” la obstaculizan, haciendo perdurar indebidamente la vida pueril. El infantilismo provocado por la falta de esfuerzo hace del joven un ser incapaz de soportar situaciones en las que no consigue una satisfacción inmediata, reaccionando en muchos casos con violencia si no obtiene lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Este desprestigio del esfuerzo personal hace que tener un buen comportamiento y sacar buenos resultados se haya convertido en cosa de niñas o tipos blandos.
Los resultados de la aplicación práctica de estos ideales educativos han permitido a España marcar cifras récord en la reducción de los conocimientos de nuestros alumnos, como ponen de relieve diversos informes internacionales que nos sitúan en los últimos lugares del mundo desarrollado. Las cifras de abandono escolar son magníficas, el tercer lugar por la cola de la Unión Europea en el porcentaje de quienes no pasan de la enseñanza obligatoria.
Nunca tuvimos tantos medios y sin embargo nunca han sido peores los resultados. A los niños hay que enseñarles desde que se sientan por vez primera en un aula que lo que hayan de obtener de la vida será sólo por su trabajo, gracias a su esfuerzo, su entrega. Hay que enseñarles a superar pruebas, a fracasar y levantarse, a ayudar a los que les rodean, a respetar la experiencia y sabiduría del profesorado. Como decía Kant, no se puede educar a un niño sin contrariarle. Para poder ilustrar su espíritu hay que formar antes su voluntad. Y la voluntad, como enseñó Aristóteles a Nicómaco, se configura por la adquisición de virtudes como la fortaleza, la prudencia, la justicia o la templanza, que a su vez sólo se logran por la superación de pruebas y la repetición de actos que implican esfuerzo.
La fórmula mágica para solucionar el fracaso y la violencia escolar en España contiene los tres ingredientes clásicos: disciplina, autoridad y esfuerzo personal. Todo ello impregnado, claro está, de afectividad. Así conseguiremos que nuestros niños se conviertan en personas verdaderamente libres y responsables. Si no reaccionamos, tendremos que soportar una generación de jóvenes complicada, con una absoluta carencia de recursos personales, fruto de un sistema educativo que no educa, es decir, no enseña a vivir, a enfrentarse a la vida. No pueden superar la más elemental de las frustraciones, porque no se le ha enseñado a ello. Nadie les preparó para salvar los obstáculos, aguantar las contradicciones o esforzarse por conseguir algo. Como decía Marco Aurelio, el hombre está hecho para otros hombres; edúcales o padécelos.
Y yo añado: ¿qué pasa también en las casas?. ¿Por qué hay cada vez más agresiones en las escuelas, no ya contra los profesores durante el “normal” desarrollo de las clases, sino en los “recreos” o a la salida de los colegios?. ¿Por qué cuando un padre o una madre va al colegio ya no va a escuchar al profesor, sino a insultarlo o denunciarlo directamente?.
Lo cierto es que cada vez estoy más contento de haber tenido mis experiencias como docente en un centro concertado en el cual la autoridad del profesor es incuestionable (y no se basa en castigar, sino en conducir el aprendizaje), y con alumnos que en algunos casos eran mayores que yo, y que no estaban “obligados” a estar en el aula, sino que se encontraban allí por interés propio. Fueron unos años maravillosos, que espero tengan su continuación en un futuro a medio plazo.
Desde aquí animo a todos los profesores, y a todos los alumnos, a que sean capaces de reconducir las posibles situaciones de tensión que se den en sus aulas, para convertirlas en ocasión, precisamente, de aprender los unos de los otros y fomentar el compañerismo. Y escribo esto a sabiendas de que el marco legal no es el más adecuado, como ya se ha indicado magistralmente en el anterior artículo.
Pero nos va mucho en ello. Hagamos todos un esfuerzo. La verdadera educación no es posible sin esfuerzos, sin negaciones. Ánimo. Vale la pena.
November 25, 2006 Comments Off on La educación en España
La conjura de los necios
Tras unas semanas en las que la lectura y los infructuosos intentos por sacar algo positivo de los pocos ratos que logro tranquilizarme algo y sentarme a estudiar han ocupado la mayor parte de mi tiempo (además de los frustrantes encontronazos con la ineptitud administrativa que reina en los mostradores de ciertas oficinas de esta nuestra querida Andalucía), por fin creo que he dado con algo que ha dado un mínimo sentido a mi existencia estos últimos días. Al menos, me he reído. Y lo he hecho como hacía mucho tiempo que no lo hacía.
Jonathan Swift: “Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él”.
Preparo un post sobre lecturas, similar al que mantengo sobre cine; de forma que pueda dejar constancia de los libros que estoy devorando (literalmente). Pero no he podido resistir la tentación de dejar una reseña del que ya considero como uno de los mejores libros que he leído y que leeré en toda mi vida. De hecho me han entrado ganas de volver a abrirlo por la primera página cuando lo he cerrado tras la última. Qué gran libro. Os encomiendo su lectura si queréis disfrutar de una visión distinta (muy distinta) de la vida, basada en la “teología y la geometría”, jejeje… os dejo una cita del libro que me ha encantado:
“Le enchufarían con una manguera. Un psicoanalista cretino intentaría captar la singularidad de su visión del mundo. Frustrado, el psicoanalista haría que le encerraran en una celda acolchada de dos metros por uno. No, eso era inconcebible. Prefería la cárcel. Allí sólo te limitaban físicamente. En una clínica mental jugaban con tu alma y con tu visión del mundo y con tu mente. Eso nunca lo toleraría”.
Se da la circunstancia, además, de que cuando cierras el libro sientes una extraña sensación de tristeza, no se sabe si por la agridulce cosmovisión del personaje protagonista o por la certeza de que no se pueden seguir leyendo sus andanzas. El autor del libro, John Kennedy Toole, se suicidó cuando sólo contaba 31 años, entre otras cosas por la desesperación que le produjeron los rechazos sistemáticos de las editoras cuando les presentaba el libro para que lo publicases. Sólo el tesón y la insistencia de su madre, Thelma, hicieron posible que un ejemplar manuscrito llegara a Walker Percy, que, asombrado tras la lectura del mismo, se apresuró a mover hilos hasta que consiguió que se publicase. Esto fue en el año 1980. En 1981, se le otorgó el Premio Pulitzer de novela. Póstumo, claro está. Una lástima que sólo nos haya quedado de Toole “La conjura de los necios” y “La Biblia de neón”, una novela que escribió cuando sólo contaba con dieciséis años, y que no merece la pena reseñar (según he podido leer), salvo por ese excepcional dato. Algo más de información.
El hecho de que muchas de las experiencias por las que pasa Ignatius J. Reilly le ocurrieran en la realidad a Toole no hace sino añadir algo de desazón al cúmulo de sentimientos contrapuestos que la novela despierta en el lector. Las risas que los disparatados pero muy bien estructurados razonamientos de Ignatius harán brotar en vosotros harán que merezca la pena el esfuerzo de ir a alquilarlo a la biblioteca. No en vano, es de los privilegiados personajes que tiene una estatua.
Salud y suerte.
Escuchando: Los sonidos de aMsn cuando los contactos conectados me escriben algún mensaje. En este caso Dani , un valenciano en Rumanía.
Santoral: Antonio María Claret.
Efemérides:
1604 – El emperador de Etiopía Za Dengel muere durante la batalla de Bartcho contra los portugueses.
1648 – Actual Alemania: firma del Tratado de Westfalia da fin a la guerra de los Treinta Años
1917 – Rusia: formación de un gobierno revolucionario por los bolcheviques bajo el liderazgo de Lenin.
1929 – EE.UU.: el Jueves Negro (la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York) marca el inicio de la Gran Depresión.
1945 – Creación de la Organización de las Naciones Unidas O.N.U.
1964 – Zambia se independendiza del imperio británico.
1970 – Chile: el socialista Salvador Allende es elegido presidente.
1971 – Chile: Se funda el partido Izquierda Cristiana tras una Asamblea Constituyente.
October 24, 2006 Comments Off on La conjura de los necios