Del por qué nunca podremos olvidarnos de Kuna Yala
Y con esto termino las peripecias de este viaje, que acabo de estar en Semana Santa en Costa Rica y eso bien merece otra entrada. El tema es que después de llegar, instalarnos, ser introducidos a la aristocracia kuna de Isla Ratón, y tener un primer acercamiento al verdadero pescado fresco (recién pescado, vamos) uno tiene poco que hacer allÃ.
Es entonces cuando le preguntan a uno si quiere que le lleven a la playa, a lo que responde uno, ok. Ingenuamente cogà un par de libros, pensando que iba a tener tiempo para leer. En realidad lo tuve. Pero ni por un momento, después de poner mis pies en la isla a la que nos llevaron, pensé en abrir un libro o algo parecido. Ni por un momento pude desviar la mirada de las orillas de arena blanca y fina, de las aguas cristalinas, de las palmeras, del increÃble sol del que disfrutamos la mayorÃa del tiempo, o de la gran cantidad y variedad de peces, estrellas de mar y demás especÃmenes marinos que pude ver en la que fue mi primera experiencia de buceo en superficie o snorkeling.
Antes de irse, Rogelio, el chaval kuna que nos llevó hasta allá (futuro estudiante de ingenierÃa civil o aeronaútica, no lo tenÃa muy claro todavÃa), puso tres hamacas formando una c aprovechando cuatro palmeras dispuestas aproximadamente en formación cuadrangular.
Después de los primeros baños, mis dos compañeros de aventuras, Iván y Edu, se durmieron (literalmente). Yo no podÃa, y no era porque no hubiera silencio. Estábamos los tres en una isla de no más de diez hectáreas, con la única compañÃa de tres kunas en una pequeña cabaña en uno de sus extremos. Prácticamente no salieron de la misma en todo el tiempo que estuvimos allÃ, como si temieran molestarnos. Observando que era el único despierto, me dispuse a rodear la isla. Comencé grabando los (tÃmidos) ronquidos de Edu, y terminé en el mismo sitio diez minutos después. Colgaré el vÃdeo en este post, asà como algunas fotos de ese increÃble dÃa, en cuanto llegue a casa por la noche.
A la caÃda del sol, vuelta a casa, tertulia antes de dormir (a las 19:00, cuando se hizo de noche), un poco de lectura y a la cama.
Lo cierto es que nos acostamos sobre las 21:15 o algo asÃ. Dormà como un tronco, y a la mañana siguiente nos llevaron a otra playa en otra isla, más o menos del mismo tamaño, pero con bastante más gente. Cuál no fue mi sorpresa al distinguir acento andaluz en dos chicas junto a nosotros. Tardé un ratito en encontrar una situación propicia para asaltarlas sin parecer el pesado de turno al que cualquier momento le parece bueno para conocer a una mujer (cosa que todo el mundo sabe que no soy 🙂 ). ¡Eran de Córdoba!, qué casualidad. Estuvimos charlando un rato y con la llegada de Rogelio, emprendimos el viaje de vuelta a la cruda realidad de Ciudad de Panamá (no por la ciudad, sino porque volvÃamos a trabajar). Poco que reseñar del mismo, mucha carretera, mucha jungla, muchas risas con Ricardo, que aunque nos timó 10 $ por cabeza, en mi opinión los pagó con creces con sus historietas.
¿Nadie ha visto nada raro en el post?…
April 14, 2009 11 comentarios