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Vencer al miedo


Aviso a navegantes, el presente post se compone de una perogrullada tras otra, lo escribo para mi en mayor medida que para el resto del mundo. Son cosas que intento no olvidar nunca, pero que lamentablemente pierdo de vista con demasiada facilidad.

El mayor enemigo de cualquier persona es el conformismo, la inmovilidad.

La vida debe ser sinónimo de avance, de enriquecimiento personal, a todos los niveles posibles.

Día en el que no se haya avanzado en ningún aspecto, día perdido.

A veces para dar un paso adelante hay que dar dos hacia atrás; pero no hay que perder de vista el por qué se retrocede.

Contra el conformismo y la quietud, curiosidad y nervio.

Objetivos diarios: tus miedos. Ponte a prueba. Ponte a prueba cada día.

Si todos hiciésemos una lista de cosas que nos imponen respeto, que nos dan miedo, que nos aterran… y cada día hiciésemos una de ellas seríamos mucho mejores personas.

En mi caso una de las cosas que siempre me han dado pavor es hablar en público. Estoy seguro de que más de uno se asombrará bastante al leer esto, pero así es. Fui profesor durante dos años, tenía algunos alumnos mayores que yo, y algunos eran (son) probablemente mucho más inteligentes.

Nunca olvidaré el primer día de clase. Había preparado mil detalles para introducir la asignatura, y lo había escrito todo meticulosamente en una cuartilla que tenía en mi bolsa, junto al portátil. Tenía pensado presentarme, hacer que mis alumnos se presentasen, comentar los detalles con ellos, explicarles claramente los criterios de evaluación, etc… pero al subir a la tarima y acercarme a la mesa dejé sobre ésta la bolsa del portátil sin sacar la cuartilla. Dirigirme a la pizarra, girarme hacia los alumnos, mirarlos a los ojos y quedarme en blanco fueron una sóla cosa. No sé cuántos segundos estuve paseando la mirada de uno en uno, pero debieron ser más de diez, porque algún murmullo empecé a oir. La seriedad que transmitía mi rostro debido a la enorme tensión del momento debió dar un poco de dignidad a la situación, ya que nadie sonrió siquiera (barajo la lástima como otra opción posible).

En ese momento, dije mi nombre, me presenté como su profesor de programación durante todo el curso y comencé a explicar el primer tema. Con el paso de los minutos me fui soltando, sintiéndome cómodo, me esforcé porque todos participasen sin vergüenza y con el paso de las semanas y los meses los buenos momentos no hicieron más que aumentar. Con el tiempo casi olvidé que un día lo había pasado realmente mal. Casi olvidé que la mente es muy traicionera y siempre se pone en el caso peor. Casi olvidé que casi siempre el peor caso real no es ni la centésima parte de lo que tu mente se ha encargado de proyectarte en tres dimensiones, haciéndote sudar tinta china de forma totalmente innecesaria.

El miedo es un obstáculo que hay que vencer. De hecho, casi siempre es el obstáculo que hay que saltar, por muy intangible que sea.

Este tipo de experiencias, una vez pasadas, te refuerzan mucho moralmente y te hacen crecer. Al menos tú piensas que has crecido. Muchas veces, con eso es suficiente. Bien, si todos estamos de acuerdo en este punto, mi pregunta es… ¿por qué no provocar este tipo de situaciones a diario?.

No se trata de salir con un megáfono a la calle cada día, contando intimidades o haciendo una colecta para hacer el viaje de tus sueños. O sí, no lo sé. Cada uno ha de tener sus propios miedos, sus propios frenos, sus engaños mentales, sus zonas oscuras, esas por las que siempre pasa de refilón, casi sin mirarlas, como si no estuvieran ahí. Identifícalas, y fúndelas. No es fácil, pero el subidón es enorme.

El hecho de escribir todo este pestiño informe de intento de filosofía de supermercado se ha originado hace apenas un par de horas, cuando me dirigía a casa desde un céntrico barrio de Sevilla. Vivo en las afueras, más allá del cinturón que forma la SE-30. Desde abril hasta agosto me estuve moviendo con la moto de un amigo que está en Madrid. Muy amablemente me la cedió (muchas gracias, Jorge, por cierto). Desde agosto, he hecho un par de ajustes en la bici y voy y vengo con ella. Es un buen tirón, me está viniendo de arte para engrasarme. En ningún momento voy por la autovía, sino que he descubierto una zona en la que hay carril bici prácticamente desde la ciudad dormitorio en la que he pasado casi toda mi vida hasta conectar con el carril bici de Sevilla (muy bien, señor alcalde, ha hecho algo bien, gracias).

El problema es que este trecho del carril bici no ha sido inaugurado todavía y por la noche las farolas no funcionan. Esto es, llevo algunas noches francamente acojonado. La zona de oscuridad profunda son sólo tres o cuatro minutos circulando a velocidad tal que si por casualidad hay un bidón metálico de metro y medio delante mía me de tiempo a frenar un poco y que la caída no sea demasiado aparatosa. El caso es que es eso o la autovía (o aún peor, el autobús). El carril comienza a descender, lentamente, hasta llegar al punto de inflexión, en el que pasa por debajo de una vía de tren. En ese punto está realmente oscuro, no se ve casi nada, y hay sitio para que se esconda un tanque en cada flanco. Hoy, además, casi se me ha puesto un murciélago en la cabeza. Menos mal que iba ojo avizor y lo he visto acercarse lentamente por encima mía. Supongo que vendría atraído por el cíclico sonido de la cadena. No le han debido sentar muy bien las palabras con las que me he dirigido a él, ni el tono, supongo, porque antes de estar en el radio de alcance de mi brazo derecho, el cual ya tenía preparado para endilgarle un buen mandoble, ha levantado el vuelo y se ha marchado.

Los minutos previos a llegar a esa zona del camino, iba escuchando un podcast de alemán (iTunes) que recomiendo a todos los que sólo conocen palabras, expresiones sueltas y algo (muy poquito) de la gramática alemana. Tenía dos opciones, seguir escuchándolo y concentrarme en el podcast, tratando de negar la situación, o enfrentarla. Me quité los cascos de los oídos, los metí como pude en la riñonera y entré en la zona muerta (tenía que llamarle así, lo siento). El murciélago me ha dado la puntilla hoy, casi me cago, perdón, me caigo (de la bici), literalmente. Al salir a la tibia luz de las farolas que, cual palmeras en un oasis, señalan orgullosas el final de mi particular vía crucis, qué sensación de alivio, de paz. Hasta ganas de que sea ya mañana por la noche para volver a pasar he tenido. Qué gris y sin valor serán estas horas que restan hasta entonces…

Para el que haya llegado hasta aquí, como bonus un par de frases que sí que le pueden aportar algo. Gracias por vuestra paciencia y vuestro tiempo.

El miedo es para el espíritu tan saludable como el baño para el cuerpo. Gorki.

Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra desesperado. Schopenhauer.

13 comments

1 oscar { 09.04.08 at 08:52 }

Me has hecho recordar la letania del miedo Bene Gesserit, de la serie de libros Dune:

I must not fear.
Fear is the mind-killer.
Fear is the little-death that brings total obliteration.
I will face my fear.
I will permit it to pass over me and through me.
And when it has gone past I will turn the inner eye to see its path.
Where the fear has gone there will be nothing.
Only I will remain.

http://en.wikipedia.org/wiki/Litany_against_Fear

2 vanya { 09.04.08 at 09:38 }

¡Vaya! Se me han adelantado con Dune, cachis. . . 😉 Pues ya lo sabes:

. . . Only “you” will remain.

3 Javi { 09.04.08 at 10:41 }

Luego te llamo al porterillo y me dices cuánto te debo por esta magnífica sesión terapeútica.

Me he sentido identificado en ciertos aspectos contigo…

4 banyuken { 09.04.08 at 11:08 }

Muy buena, Óscar. El tema es aplicarlo.

5 Miriam { 09.04.08 at 12:39 }

Es una pena que no escribas mas posts con ese aviso para navegantes. Me ha encantado.

6 Lucia { 09.04.08 at 13:18 }

Ciertamente esa es mi terapia diaria…vencer el miedo.
Él y yo tenemos una batalla constante, y es que me persigue casi siempre…y casi siempre le venzo, aunque hay momentos en que él me supera (pero pocas)
Has dado en el clavo
Es una lucha diaria que a la que debemos hacer frente, y es más, creo firmemente que es muy sano.

Saludos
Lucia.

7 Rafa López { 09.04.08 at 15:15 }

Banyú, cuando se trata tan sólo de 5 minutos… una linterna de petaca fijada al manillar con cinta aislante puede hacer milagros.

Saludos terapeuticos

8 Bari AC { 09.04.08 at 15:19 }

…¿y no llegastes a pensar que el murcielago era una señal?

No se, ahora que estamos en epoca de crisis y encaminas tu futuro cercano a una gran metropolis donde un tio con pinta de joker se deja ver por la Moncloa…..

….Incluso creo que el negro te sentaría bien….

9 banyuken { 09.04.08 at 16:20 }

@vanya: no uno, sino dos de vosotros habían pensado un comentario tan acertado. Soy afortunado.

@Javi: prefiero que me llames al porterillo para ir a jugar de una vez ese dichoso partido de pádel, o de tenis. 😀

@Miriam: me alegro de que te haya gustado. Todos los días no tiene uno tiempo, ganas e ideas (por cutres que sean).

@Lucia: yo diría que es la clave del éxito.

@Rafa López: ese es el tipo de comentarios que haría mi madre si leyera este post. Muchas gracias, de verdad. El único problema es que la bici se pega horas en la calle, y tanto la linterna como la cinta aislante durarían 0.1 en la bicicleta.

@Bari AC: has conseguido que me emocione, pero ha durado poco. Gracias.

10 Marilín { 09.04.08 at 18:01 }

Never settle.

11 Evemary { 09.05.08 at 09:26 }

“Día en el que no se haya avanzado en ningún aspecto, día perdido.”
Bueno, siempre hay un avance diario, para muchos, es un simple avance hacia la muerte; para otros, es un avance impulsado por eros, la pulsión de vida, la dirección de la felicidad y la realización… pero el avance, en cualquier caso, es inevitable.

12 hackett4life { 09.07.08 at 21:43 }

Considerando que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, creo que perogrulladas como esta deberían ser impresas y colgadas en todas las paradas de autobús del país.

13 lifestraveller { 01.05.09 at 16:15 }

Vaya, veo que vives en el mismo barrio donde he pasado gran parte de mi vida. Y cuando has descrito el tramo de carril bici, no me ha quedado ninguna duda.