Hoy me he levantado con un sueño tremendo en la mente, todavía latente. Si lo hubiera escrito me hubiese hecho de oro, o al menos hubiera creado algo brillante. Ahora ya no está, se ha ido, dejando apenas dos lánguidas imágenes que no retienen ni un ápice de la grandeza primitiva del conjunto.

Debo beber más a menudo, a ver si vuelven los sueños inspiradores. Claro que para beber más a menudo debería salir a celebrar más a menudo, para lo que debería trabajar más duro… conclusión: para soñar historias fantásticas y maravillosas hay que trabajar duro.

Me voy a trabajar, pues. Os dejo con otro gran sueño, aunque este no es mío:

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