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Cosas que se aprenden leyendo a Machado

No sé si lo he dicho, pero el próximo 10 de febrero me voy a Panamá por motivos de trabajo, en principio hasta el 6 de marzo. En principio. Siendo como es hoy 28 de enero y habiendo terminado hace más de una semana los libros que tenía prestados por la biblioteca central de Chamberí, no me queda tiempo suficiente para coger otros tres, leerlos y devolverlos. Así, estoy tirando de unos pequeños libros de poesía de una colección que sacó el periódico El Mundo hace unos años: la “biblioteca El Mundo”. Con ellos me apañaré hasta que llegue a Panamá, donde ya estudiaré la mejor manera de hacerme con libros, ya sea en préstamo o comprados. Desde ya digo que se aceptan libros-donativos.

Me desvío. Decía en el título del post que leyendo la poesía de Antonio Machado se aprenden muchas cosas, entre otras a intentar no emocionarse en el metro. Se aprenden también muchas palabras y expresiones, nuevas para el lector pero muy probablemente bastante más viejas que el 90% de las que antes de abrir el libro componían su vocabulario. De muestra, las siguientes:

Plañir: Gemir y llorar, sollozando o clamando.

Tálamo: Lugar preeminente donde los novios celebraban sus bodas y recibían los parabienes.

Clepsidra: Artificio para medir el tiempo por medio del agua que va cayendo de un vaso a otro.

Yerto: Tieso, rígido o áspero.

Cangilón: Recipiente grande de barro o metal, principalmente en forma de cántaro, que sirve para transportar, contener o medir líquidos.

Recamado: Bordado de realce.

Cárdeno: De color amoratado.

Alcor: Colina o collado.

Sayal: Tela muy basta labrada de lana burda.

Pegujal: Pequeña porción de siembra o de ganado.

Serrijón: Sierra o cordillera de montes de poca extensión.

Cambrón: Arbusto de la familia de las Ramnáceas, de unos dos metros de altura, con ramas divergentes, torcidas, enmarañadas y espinosas, hojas pequeñas y glaucas, flores solitarias blanquecinas y bayas casi redondas.

Orear: Dicho del viento: Dar en algo, refrescándolo.

Tajamar: Tablón recortado en forma curva y ensamblado en la parte exterior de la roda, que sirve para hender el agua cuando el buque marcha.

Olifante: Cuerno de marfil que figura entre los arreos militares de los caballeros medievales, y, en particular, el cuerno de Roldán, personaje central del ciclo legendario de Carlomagno.

Calvijar: Paraje sin árboles en lo interior de un bosque.

Inmoble: Que no puede ser movido.

Poma: Fruta de árbol.

Hetiquez: Estado morboso crónico, caracterizado por consunción y fiebre héctica.

Estameña: Tejido de lana, sencillo y ordinario, que tiene la urdimbre y la trama de estambre.

Fosca: Dicho del color moreno: Muy oscuro, como suele ser el de los indios y mulatos.

Troje: Espacio limitado por tabiques, para guardar frutos y especialmente cereales.

Sementera: Acción y efecto de sembrar.

Joyel: Joya pequeña.

Almez: Árbol de la familia de las Ulmáceas, de unos doce a catorce metros de altura, tronco derecho de corteza lisa y parda, copa ancha, hojas lanceoladas y dentadas de color verde oscuro, flores solitarias, y cuyo fruto es la almeza.

Salterio: Libro de coro que contiene solo los salmos.

Ginesta: Mata de la familia de las Papilionáceas, de dos a cuatro metros de altura, con muchas verdascas o ramas delgadas, largas, flexibles, de color verde ceniciento y algo angulosas, hojas muy escasas, pequeñas, lanceoladas, flores amarillas en racimos laterales y fruto de vaina globosa con una sola semilla negruzca. Es común en España y apreciada para combustible de los hornos de pan.

Parterre: Jardín o parte de él con césped, flores y anchos paseos.

Buho de Minerva: El Buho de Minerva (Palas Atenea, en la mitología griega) es el símbolo de la sabiduría, pero, sobre todo, del poder.

Panta Rhei: “Todo fluye”, Heráclito.

Al paño: en teatro, frase con que se expresa la posición del actor que interviene en la representación quedando oculto, por ejemplo por un telón o bastidor.

Si has llegado aquí, tienes tu premio por ser tan paciente en forma de los poemas o los extractos que más me han gustado del libro:

De “La plaza y los naranjos encendidos”:

¡Alegría infantil en los rincones
de las ciudades muertas!…
Y algo nuestro de ayer, que todavía
vemos vagar por estas calles viejas!

El poema “Anoche cuando dormía”:

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Dí: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Del poema “A orillas del Duero”:

Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.

Del poema “Las encinas”:

De los parques las olmedas
son las buenas arboledas
que nos han visto jugar,
cuando eran nuestros cabellos
rubios y, con nieve en ellos,
nos han de ver meditar.

El poema “La saeta”:

¿Quien me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
(Saeta Popular)

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la Cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

Proverbios y cantares. I:

Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

Proverbios y cantares. XXIX:

Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

Del poema “Crepúsculo”:

Caminé hacia la tarde de verano
para quemar, tras el azul del monte,
la mirra amarga de un amor lejano
en el ancho flamígero horizonte.

January 28, 2009   17 comentarios