A la ida al continente americano no lo noté tanto, porque a fin de cuentas llegas, te duermes y a la mañana siguiente empieza un nuevo día. El día del viaje tiene entre seis u ocho horas más, pero bien. Recuerdo haberlo encajado bastante bien. Pero hoy estoy muerto, la verdad. Ayer cuando llegué a las 9 de la mañana pensaba que había conseguido dormir unas tres o cuatro horas en el vuelo, así que no intuía que fuera a tener muchos problemas para aguantar despierto el día entero. Me eché un momento en la cama y me quedé dormido, de 11 a 17. A las 0:30 me volví a meter en la cama y me he despertado hoy a las 6:30. Pensaba que ya estaría listo, pero se da la circunstancia de que acabo de volver de comer, y cuando son las 15:20 me estoy muriendo de sueño. Tengo un sueño como no creo haberlo tenido nunca, estoy realmente agotado. Y no quiero hablar de los ataques de hambre a horas insospechadas. Lo cierto es que eso de salir a las 20:30 de Nueva York y llegar seis horas y media después a Madrid a las 9:10 no tenía mucha pinta de ser normal. Yo sabía que no podía traer nada bueno. Menudo desorden.

Leyendo en Wikipedia confirmo lo que estoy experimentando, el jet lag es mucho peor cuando el viaje se produce hacia el este. Paciencia, no queda otra.