Ronda, una grata sorpresa (5/5)
El resto del dÃa me dediqué a pasear de vuelta a la estación de trenes, ya que la hora de salida de mi tren de vuelta se acercaba peligrosamente. TenÃa dos paradas planeadas, no obstante.
Mientras meditaba si pagaba los 1.5 € que vale la entrada en la Casa de Don Bosco (desde la que se disfruta de una vista del Tajo de Ronda privilegiada) una voz exclamó a mi espalda: “¡Banyú!”. Era mi primo Carmelo, con su mujer Lola, los niños y unos amigos. Ellos estaban pasado el fin de semana entero en Ronda. Estuvimos charlando un rato y al final decidà que tenÃa que entrar en la Casa de Don Bosco. La verdad es que por 1.5 € merece la pena. Bonito patio, fabulosas vistas y la casa en si también es curiosa.
Estoy especialmente orgulloso de esta panorámica que tomé con Pano, un magnÃfico programa para iPhone.
La verdad es que el Puente Nuevo impresiona, parece sacado de Gondor.
Tras este breve pero agradable encuentro familiar y tras disfrutar de las vistas desde la Casa de Don Bosco, me encaminé a la Real Maestranza de CaballerÃa de Ronda.
Lo cierto es que no soy un acérrimo de los toros, pero hubo una época en la que disfruté muchÃsimo con mi padre de la Fiesta Nacional. Era la época en la que Canal+ nació, y mi padre y yo nos solÃamos concentrar delante del televisor durante toda la Feria de San Isidro.
En aquella época aprendà todo lo que sé sobre el mundo del toreo (que no es mucho, todo hay que decirlo). Creo que dejé de verlo como acto de rebeldÃa adolescente, como una más de las manifestaciones del pájaro que abandona el nido. A dÃa de hoy no me queda una gran afición a los toros, pero sà un cariño latente.
Y por supuesto no puedo entender la saña con la que algunos han atacado la fiesta, particularmente en Cataluña. Después de pasear por el ruedo y disfrutar de la curiosa acústica de la plaza (hay que ver el vÃdeo hasta el final)…
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…me encaminé al museo de la plaza. En él aprendÃ, entre otras cosas, sobre el origen de las corridas goyescas, nacidas (o retomadas) de una idea del maestro Antonio Ordóñez, sobre las dinastÃas Romero y Ordóñez, sobre el uro.
Y poco más que contar. El cansancio arreciaba, y la hora de salida del tren de vuelta se acercaba cada vez más, asà que caminé hacia la estación.
Llegué, me monté en el tren, me quedé medio dormido durante el trayecto y poco después me veÃa en el mismo lugar que casi once horas antes, pero con la sensación de que once dÃas habÃan pasado.
Yo no sé a vosotros, pero a mi esa sensación me encanta.
1 comment
Muy buena esta serie de post a lo Labordeta.
CuÃdate crack!