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Un pueblecito llamado Sinaia

El viernes nos acostamos relativamente pronto, dado que después de dos semanas en Rumanía, todavía no habíamos hecho ninguna excursión, y la primera tenía que ser el sábado. Asesorados por compañeros y amigos españoles de la oficina, fijamos nuestro primer destino: Sinaia. El sitio cuenta con abundante documentación en Internet, además de múltiples fotos… y pintaba bien. Cogimos un taxi hacia la estación a las 7:30 de la mañana. ¿Quiénes? Pues Adrián, Ana, Sergio y yo. En la estación nos esperaba Ramón, ex-becario Icex en Delhi, y currante en una empresa española en Bucarest. Llegada a la estación, 7:50. Salida del tren, 8:00. ¿Idea alguna del billete o tren que había que pillar? ¡¡NO!! Agobio. Aparece un señor rumano muy interesado. Habla con la cajera, nos pide los billetes, el dinero, los paga, corre hacia un andén, lo seguimos… llegamos a un vagón… Sergio le quita los billetes de tren de la mano… este vagón no es, el siguiente… lo seguimos… el tío le dice a Sergio: “este es, son 10 € por los servicios prestados”. Se sube al vagón él primero. Sergio se da la vuelta y dice, “ahí te quedas”, nos vamos al siguiente vagón. No sé qué pasaría, pero hay que ver la jeta que tiene aquí la gente. Muchas gracias señor, desde aquí se las doy, y desde luego que se merecía algo por los “servicios prestados”, pero tuvo tanta cara que se quedó con las ganas. Pagaría por ver su cara cuando se dio cuenta de que le habíamos dado el “vagonazo”.

El viaje lo pasé leyendo en el pasillo, de pie porque no cabíamos todos en el vagón. Consecuencias de no saber ni dónde íbamos en el tren. Harry Potter VI me tiene enganchado. En cualquier caso sólo duró una hora y media, y yo había dormido 4 magníficas horas, por lo que no me resentí mucho… Llegamos a Sinaia…

No pintaba mal… y dentro de la estación… dispuestos a aprovechar al máximo nuestra primera excursión, Adrián, Sergio y yo:

En realidad Adrián tiene cara de decir “¿Por qué no estaré yo en la cama ahora?”. Salimos de la estación, hacemos acopio de los víveres indispensables (agua, patatas, etc…) y emprendemos camino hacia el Castillo de Peles, correctamente guiados por un lugareño. Por el camino me entretuve hasta con las piedras…

También se ve que por la zona rodaron algunas escenas de la Guerra de las Galaxias, porque se han dejado parte de Chewbacca o algún congénere suyo…

Y así, casi sin darnos cuenta, nos encontramos con esta visión…

Ahí, por la cara, en mitad del campo. La verdad es que el castillo por fuera es una pasada, muy bonito y todo lo que tú quieras, pero por dentro ya es increíble. Tiene de todo y de todas partes del mundo. Mentes más versadas que yo en el arte de la decoración y el buen vivir hubieran apreciado más los detalles, pero a mi se me cayó la baba como a una enano… Algunas vistas exteriores más…

Una foto de todos lo que fuimos, de derecha a izquierda: Adrián, Ana, Ramón, Sergio y yo…

Me quise congraciar con un animalito que pasaba por allí pero no me salió muy bien la jugada… nótese la expresión de inmenso dolor que se reflejaba en mi rostro…

Uno de los guardias tratando de desalojar a uno que no había pagado la entrada al castillo…

Una vez pagado el importe necesario para ver el tema que te quema, 50.000 Lei o 5 RON (lo mismo que decir Lei nuevo), o sea, 1,5 € más o menos, te obligan a ponerte unas chancletas de la abuela para poder andar por dentro:

La verdad es que el castillo es más bien un palacio por dentro. Desde luego que no me importó ponerme los profilácticos ortopédicos para verlo…
A la salida nos encontramos con la típica estampa de buscadores de setas…

Poco después arribamos a la siguiente etapa de nuestro día: el telecabina. El plan era subir a la llamada “cota 1400”, y comer en uno de los resturantes que allí hay. No había pensado mucho en el tema y en el miedo que le tengo a las alturas hasta que no lo vi…

Y encima verde… todo pintaba mal… mi mente empezó a funcionar más rápida y caóticamente todavía si cabe… casi se me nubla la vista… le eché bemoles, y pá’rriba. Juzgad si mereció la pena…

Y otra…

Mejor aún…

Una vez arriba, comimos como hacía tiempo que no lo hacía. Nos pusimos de carne hasta arriba, pues si bien en este país lo de comer pescado no se lleva (qué ganas tengo de ir a Sanlúcar de Barrameda…), no se puede decir lo mismo de la carne. Además, con vistas como las que os acabo de mostrar. Fue un momento grande, por tratar de describirlo de alguna manera. Si tuviera que resumir en una imagen lo más bonito, a nivel natural, que vi el sábado, sería esta la elegida…

Paseando por el pueblo, vimos algunas estampas dignas de mostraros: por ejemplo, de lo que son capaces los billetes rumanos, hechos de un material impermeable…

Que no se asuste nadie, que cada uno de los billetes que véis en la imagen valen 25 céntimos de €, más o menos. Nos encontramos con una casa que bien hubiera podido ser usada por la familia Adams…

Y presenciamos de cerca una transformación humano – ufo – humano de nuevo, en forma de ET & Adrian…

Del paseo al tren, y camino de vuelta a Bucarest, a casa, qué raro suena… pero no mal, sólo raro. No me quiero poner pesado con las fotos, pero creo que merece la pena que veáis los caretos que llevábamos a la hora del regreso…

Adrián y Sergio:

Ramón y Ana:

Y servidor…

Hasta otra…

October 24, 2005   Comments Off on Un pueblecito llamado Sinaia