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Posts from — October 2005

Día de la Hispanidad

El martes 11 fue un día gris. De trabajo. Piernas doloridas después de los excesos futbolísticos del día anterior, y mucho trabajo. Muy bien en la oficina de momento. El miércoles 12 de octubre, día del Pilar, día de España. Recepción del Embajador de España en Rumanía. Vamos pallá, de enchufaos de última hora, los becarios del Icex. Policía acordonando la calle. Entramos. Casa grande con banderona de España. Entramos. Una fila en la puerta. Saludamos despreocupados. Vemos las bebidas. Les entramos. ¿Dónde estará el embajador? Miramos hacia atrás… pues va a ser que eran los de la puerta. Pues sí, una presentación a la altura de las circunstancias, al menos de las nuestras. Hay un patio, vayamos. Hueco en el mismo, al fondo, lo más alejado posible de la jet-set. Nosotros a fumar, beber y reir. Viene un señor. Ingeniero. Habla. Sigue hablando. ¿Parará alguna vez? Ya no lo oigo, sólo veo cómo mueve los labios. Llegan las compañeras becarias. Landraca (Sergio) no se lo piensa: “Oye, traenos un embajador, que aquí tiene que haber, ¿no?”. Bochorno general en el resto de becarios tímidos que todavía no habíamos abusado del caldo. Respuesta de Silvia: “Tengo la persona indicada”. Se va y vuelve en 5 minutos con un orondo señor negro, “la voz de Cuba en Bucarest”, según Silvia. Julio se llama. Un auténtico personaje. “Esta noche fiesta en Salsa 3”. Vale. Menos mal, algo de fiesta normal, donde se pueda hacer el canelo un rato. Me aprietan los zapatos de una forma bestial. Qué coñazo de traje. Esto se acaba, la gente se va. Un canario, apellidado Luque. Familia. Su padre, genealogista. El mes que viene, libro del apellido familiar. Su abuelo, de Constantina de la Sierra. Si al final tengo un hermano y no lo sé. Y lo encuentro en Bucarest.
Casa. Siesta. Ducha. Merienda. Cerveza con Mihaela, una amiga rumana del personal. Todos pá Salsa 3. Este sitio mola. Una pareja en la pista se está pegando un bailoteo de los que hacen época. No recuerdo nada igual desde la boda de Santi y Argen, entre Chete y su hermana Rocío… Beberé Heineken. No me atrevo a bailar esta música. Hay un karaoke. Más de uno la está cagando. Yo nunca cogería ese micro, ¿estamos locos o qué?. La gente es un poco estirada. Otra Heineken. Tengo ganas de bailar. Yo cantaría mejor que ese, seguro. Qué arte tiene Landraca. Otra Heineken. Anda, si estoy bailando salsa, ¿quién me mueve los pies?. Estamos cantando canción común en el karaoke. Cómo mola esta gente. Cosas del alcohol… El embajador de Cuba en Bucarest está en el garito. Mañana más fiesta, es el cumpleaños de una de sus hijas. El cónsul (que no el embajador) español, también. ¿Quién me iba a decir a mi que los días en que respondía a las chicas de Aromas cosas aprendidas de Juan alias “ambire” como “soy el embajador de Cuba en la Algaba” iban a ser coronados con un fiestorro con el embajador de Cuba en Bucarest? La vida siempre te sorprende. Yo me dejo sorprender.
Casa. Haz la cama. Voy. Hecha. Lávate los dientes. Ahora voy. Qué bien se está en la cama. Buenas noch… ZZZZZZZZZZZZZ.
Despertador. Ducha. Sueño. Cansancio supremo. “¿Quieres café, Banyú?”. “Noniná”. Paseo a la ofi. Hace frío. 13 de octubre de 2005. Aquí estamos, currando y viviendo. Aprendiendo. Mañana el CENTENARIO del SEVILLA FÚTBOL CLUB. Y yo en Bucarest. Hasta la Muerte.

October 13, 2005   Comments Off on Día de la Hispanidad

Mi primer partido rumano

Pues eso, ayer en el curro, el analista de nuestra oficina nos dijo que ellos jugaban los lunes, y que si queríamos apuntarnos. Así, los becarios Icex de Comex, Inversiones e Informática nos pusimos nuestras mejores galas futboleras e hicimos acto de presencia en el punto de encuentro a la hora indicada. Pista de fútbol-7 de césped artificial, un tanto duro, pero en buenas condiciones. 5 españoles, 1 portugués y 8 rumanos. Resultado: burrada de goles – 6 más o menos. El equipo de la burrada de goles fue el mío, por supuesto. Teníamos un futbolista rumano patéticamente estático, pero que cada vez que cogía el balón la ponía en la escuadra o daba un pase de gol. Increíble. Pero no bajó del medio campo en todo el partido. Más flojo que un muelle guita. Yo me dejé las manos en una caida. Pero mereció la pena. Después fuimos a tomar una birrita en el bar de la facultad de “agrícolas”, que es donde jugamos al fútbol.
El frío empieza a arreciar por aquí. Cuando cae la noche las manos dejas de sentirlas si no las metes en los bolsillos. Los hornos cerámicos de casa funcionan a la perfección. Mientras nosotros jugábamos al fútbol estaban puestos. Y cuando llegué del partido me encontré la casa milagrosamente calentita. Y la cena hecha, gracias a mi compañera de piso. Y nada más terminarme el cigarrito post-cena me llamó Maca… lo planeo y no me sale mejor…
Pues eso, por aquí todo bien, no tengo quejas. Quizás lo más chungo de este año va a ser que como no curre durísimo, no voy a terminar todavía la carrera, por una falta evidente de tiempo. Pero se intentará…
Besotes.

October 11, 2005   Comments Off on Mi primer partido rumano

Primer mordisco

Pues sí, hoy es lunes, son las 12:39 am en Bucarest, una hora menos en España. Es curioso, uno piensa que cuando salga de España se librará del “una hora menos en Canarias”. Efectivamente no lo escucha en ningún sitio si vive en Bucarest. Pero le resulta inevitable, al mirar la hora en cualquier momento del día, pensar “una hora menos en España”.
Este fin de semana he tenido mis primeros contactos serios con la ciudad; le he dado el primer mordisco, podríamos decir, aunque también me he llevado el primero por parte de un perro. Volvía de un largo paseo dominical cuando lo vi. Iba hablando por el móvil con el becario Icex de inversiones, Adrián, lo cual le otorgó un matiz más dramático si cabe a los acontecimientos. Iba narrando la experiencia con interjecciones de todo tipo a la vez que se iba sucediendo. Los escasos testigos ni se inmutaban, deben estar acostumbrados. Adrián reía. Reía mucho, bastante. Pero sigamos: el perro estaba en mi camino. Decidido a seguir al pie de la letra las instrucciones de los españoles que han estado por algún tiempo en Bucarest, traté de no echarle cuenta. Me desvié un pelín a la derecha, para no tocarlo, y seguí hablando por el móvil, tratando de parecer despreocupado. Pero ladró, y se me acercó. Me cagué vivo. Olió el miedo. Comencé a andar más rápido. Él dio un par de pasos perrunos rápidos y quiso hundir sus dientes en mi gemelo izquierdo. Los llegué a sentir. Quité la pierna como si tuviera un muelle en el abductor y le endiñé un patón. Qué lástima que le pilló de refilón. Se alejó un poco pero siguió amenazándome con ladridos y conatos de echar a correr hacia mi. Yo no me hice de rogar y me cambié de acera raudo y veloz, con las risas de Adrián y el latir fuerte y acelerado de mi corazón entremezclados como únicos sonidos existentes. Y esto sucedió justo al lado de la residencia oficial del Presidente de la República de Rumanía, en la Piata Victoriei. No era un callejón cualquiera.
Pero vayamos cronológicamente. El viernes tuve tiempo de ir al NIC, mi primer supermercado rumano a hacer la compra con Ana, Adrián y Sergio. Los precios eran bastante parecidos a los de España, e incluso algunos más caros. Pero también los había inferiores, of course. Pero ni mucho menos lo que uno oye antes de venir. Ayer, hablando con una rumana que me encontré por la calle, me enteré de que la cadena NIC es de supermercados de 24 horas, y una de las más caras de Bucarest. Aquí lo más barato, por lo visto, es el Carrefour y un tal Cora.
También me instalé en el que va a ser mi piso durante el primer mes, con Ana, la becaria Icex tecnológica. El sofá-cama no es tan incómodo como se pudiera haber pensado en un primer momento. Y el salón ya viste la gloriosa bandera del Sevilla FC. Le da un toque de distinción. Pero para toque exótico de la casa, la calefacción. Consiste en 2 grandes hornos de cerámica, uno en el salón y otro en el dormitorio. En España serían reliquias. Calientan bastante, pero colocan del olor a gas que dejan, y hacen “algo” de ruido. Los caseros son muy amables, del tipo me meto en tu casa cada 2 días y no se van ni con agua caliente. Así, hemos optado por jugar al despiste con ellos y hacemos más vida en el piso de Sergio y Adrián, que está a 4 minutos andando, y bastante mejor. Las cenas españolas con timba de mus de sobremesa están a la orden del día.
Para llegar al piso el otro día cogimos un taxi. Le dimos el nombre de la calle escrito. Nos llevó a otra, cuyo nombre difería en sus 2 últimas sílabas de nuestro objetivo. Por cierto estaba en la otra punta de la ciudad. Y por cierto no nos descontó nada de la carrera. Eso sí, media hora larga en un taxi en Bucarest, 3 euros. Aunque la suerte es que pares a uno que quiera trabajar. Es la primera ciudad en la que estoy en la que un taxista se ha negado a llevarme. Quizás está fumándose un cigarro, o leyendo el periódico, o simplemente concentrado quitándose una cascarria. El caso es que la tarde del viernes se nos negaron 4 taxistas consecutivos. Hasta que encontramos al que ya he citado. Mejor hubiera sido ir “a la patína”.
El sábado tuve que ir al aeropuerto a recoger la maleta extraviada. Mejor dicho, el portatrajes. Llegó en perfecto estado. Yo al aeropuerto, también. Hay un autobús especial, que cuesta 4400 lei, es decir, 1 euro y poco más. Ida y vuelta. La leche. Tarda unos 20 minutos. Sale de la Piata Romanei, más o menos.
Me he comprado una tarjeta de móvil rumana, de la compañía Connex, que viene a ser como Amena en España. Es decir, la más económica. El número es: 0040722858624. Esto es desde fuera de Rumanía, evidentemente. Mi dirección no me la sé. En cualquier caso el mes que viene me cambio de piso, casi con toda probabilidad.
Qué sabor el de las nectarinas, al menos de las que he probado hasta ahora. Increíbles. Voy a comprar mucha más fruta para saber si es algo generalizado o se queda ahí.
En general el país me da una imagen algo triste. Y no se trata de mi estado emocional y por ello pienso así. Sólo digo que es razonablemente feo, al menos lo que llevo visto de Bucarest. Oscuro. Arquitectura bastante parecida al Bauhaus que tan sabiamente describe Carlos desde Tel-Aviv. No todo es así, pero la mayoría.
Lo bueno es la gente. Todo el mundo a quien he preguntado algo y sabía inglés ha querido entablar conversación. Te ayudan en todo lo que pueden. Pero es curioso. Hasta los mismos rumanos me aconsejan contra los rumanos. Me ha ocurrido. Ayer una chica en el metro me dijo que los rumanos eran malos. Yo le pregunté si era rumana. Me respondió que sí. Entonces me tuve que reir. Me aclaró que los rumanos eran malos, pero que ella no. Muy grande. Me despedí de ella y cuando bajaba del metro me soltó un “hasta la vasta” que casi me caigo al andén de la risa que me entró… eso fue más grande aún.
Ayer fui a Misa en una iglesia católica que conseguí encontrar. Me compré un misal en rumano y latín para poder seguir algo, porque aunque muchas palabras son parecidas el idioma no tiene pinta de ser fácil de aprender. La celebración fue muy bonita. La gente se recoge especialmente, mucho más que en cualquier otro sitio en el que yo haya estado en España. Y al final hubo una bendición bastante extraña y larga, con unos cánticos que molaban bastante. Lo que pasa es que no me enteraba de nada. Pero un momento emocionante y plásticamente perfecto. No podía ni imaginarme el mordisco que me iba a llevar luego…
Los McDonalds como siempre se imponen. Y no es mala solución para momentos de prisa habida cuenta de la tardanza increible a la hora de servir la comida que han tenido en casi cualquier restaurante de los que hemos pisado.
Esta tarde a las 20:00 vamos a jugar al fútbol-7 en un campo de césped artificial. A ver qué tal se porta mi rodilla.
Mañana os cuento…

October 10, 2005   Comments Off on Primer mordisco

Bienvenido a Bucarest

Tras una despedida muy dura, de mi vida, de mi niña, de mi familia, de mi Sevilla… vuelo a Madrid sin incidencias. En Madrid comienza la tormenta… En Amsterdam hay niebla. El vuelo, programado para las 15:30, no puede despegar. Cambio de planes. 11:30. Cola ante el mostrador de KLM en Barajas. Llegan, a las 12:30, Adrián (de Madrid) y a las 13:45 Sergio (de Burgos). A las 15:15, nuevo rumbo, mismo destino, escala en Frankfurt. Salida a las 16:00. De prisa y corriendo. Facturación. Maletas grandes, mochila y ¿portatrajes? Venga, ¿por qué no?. Embarque a Frankfurt. Pareja simpática (vallisoletano y alemana) vecinos en el avión. Impresionante aeropuerto el de Frankfurt. Anejo a un bosque extenso y frondoso. Bastante grande y moderno. Más prisas. Embarque a Bucarest. No hace falta volver a facturar, el equipaje va sólo desde Madrid. ¿Seguro?. Llegada a Bucarest, 23:30 hora local. 22:30 hora española. Aeropuerto de Otopeni. Mejor de lo esperado. Algo de frío. Salen las maletas. Ahí vienen. La de Sergio, la de Adrián, la mía, mi mochila… ¿y mi portatrajes?. No queda nadie en la cinta. Paran la cinta. Una chica a lo Shakira atiende a un par de personas. Me toca. Inglés pachanguero. Shakira me habla demasiado rápido. Me duele la chota. Moqueo. ¿Cómo voy a ir mañana al curro? Si no tengo ni una puñetera camisa. ¿Por qué me pregunto con qué voy a ir al curro si todavía no sé ni dónde voy a dormir? Bueno sí, Sergio y Adrián tienen un piso para los dos, con tres camas. A saber. Relleno un formulario. Mañana a las 14:00 llame a este número. No se preocupe. “Gud nait”, “Zenkiu”. Salimos. Mucha gente esperando en el aeropuerto a los recién llegados. 2 chicas, a nosotros. 2 becarias de Madrid, una de la Cámara de Comercio (Laura) y otra de la Ceim (Silvia). Han venido en un Mercedes prestado por alguien con buen corazón. Salimos a la calle. ¡Qué rasca! Se nos aproximan taxistas en el aeropuerto. Casi nos quitan las maletas para montarlas en los taxis. Que no, que tenemos quien nos lleve. Primeras fotos. Qué frío, joder. Camino del centro. Las afueras alternan naves de empresas, no muy grandes, con bloques de pisos, cutres algunos, otros no tanto. Alguna casa, algún solar. Muchos contrastes. Estamos en el centro. Algún BMW, muchos R12, aquí llamados Dacia no sé qué. Llegamos al piso. Es el de Adrián y Sergio. Es un décimo. El ascensor es para ir andando. Vamos en el ascensor. Claro está. Se abre la puerta del piso. Increíble. Un oasis en medio del desierto. Es un piso antiguo, pero remodelado. Estando dentro cualquiera diría que está en el bloque que está. Han triunfado. Yo mañana veré en el que voy a pasar, con Ana (la becaria tecnológica) al menos el primer mes. Soltamos las maletas. ¿Cerveza? Cerveza. Primer garito: Planters. Con Wi-fi (ssid: planters). No está mal. Fuimos Laura, Silvia, Sergio, Adrián, un tal Antonio “el Portu” (es portugués) y yo. La música, de lo peor: Reggeaton, y cómo no, la de Shakira y Alejandro Sanz. El Madrid en la tele, en Eurosport. Sergio Ramos, alias carapony, entrevistado. Y yo en un pub de Bucarest. Cualquiera lo diría. Bueno, pues ya estamos aquí. No hay marcha atrás. Bueno, la hay. Pero no tiene que haberla. El reto está ahí. Un año en esta ciudad, en Europa del Este. Un año para trabajar, aprender, viajar, VIVIR… A casa a dormir. Para mi la cama de matrimonio. Cosas de Sergio y Adrián. Muchas gracias. 3:30. Diana a las 7:30. Se duchan (por separado, claro). Me ducho. Sergio me presta una camisa. Pá la ofi, a paterna, o lo que es lo mismo, a pata, andandín. 20 minutejos largos. Mañana en bus o en taxi. Conocemos al personal. Me siento en mi equipo. Escribo este post. Cuánto me pregunto si esto merecerá la pena. El lunes más…

October 7, 2005   Comments Off on Bienvenido a Bucarest