Recuerdo perfectamente la época en que se estrenó la película Rebelión en la granja. Corría el año 1999, yo tenía 18 años y no me preocupaba por asumir o comprender todas y cada una de las películas, novelas o historias de las que tenía noticia. Lo cierto y verdad es que vivía mucho más tranquilo. En mi mente se formó el siguiente jucio rápido al ver una reseña sobre la película el fin de semana de su estreno: “animales que hablan y se rebelan contra los dueños de la granja, menuda jilipollez“. Y no me volví a preocupar.

Un par de años después, durante un viaje a los Pirineos, un amiguete leía una novela llamada 1984, de un tal George Orwell. Le pregunté por ella, y entre otras cosas me comentó algo acerca de un tal Gran Hermano (ya llevaba alguna edición esa aberración de programa en vuestras pantallas). No me impresionó. Un par de años después, la novela llegó a mis manos y la leí. Ya sabía de lo que era capaz el señor Orwell.

Hace poco, mi fiel fuente de sabiduría, la biblioteca de Chamberí, me proveía con un ejemplar de Rebelión en la granja, del mismo autor. La idea de los animales que se comunicaban entre si y se rebelaban contra sus amos ya no me parecía tan absurda. Ni muchísimo menos.

Descargué Alquilé la primera de las dos adaptaciones cinematográficas de que ha sido objeto esta genial historia y disfruté como un niño (por la vuelta a la animación de los años cincuenta) y como un hombre (por la fidelidad al tono general de la novela, a pesar de las abundantes diferencias en detalles concretos).

En la Wikipedia se comenta que la película fue financiada por la CIA, como herramienta artística de propaganda anticomunista. Curioso, pero desde aquí sólo me queda darles las gracias. En un año viviendo en Rumanía uno aprende algunas cosas. También se dice que fue clasificada como Prohibida para menores de 18 años, por sus implicaciones políticas. A día de hoy, ha sido reclasificada Para todos los públicos.

Resulta curioso que todas las voces y sonidos fuesen realizados por la misma persona. Cuando terminé de ver la cinta, pensé que tenía un mérito tremendo. Realmente algunos animales te los imaginas hablando con las voces que lucen.

Os la recomiendo. Estoy buscando la adaptación inanimada, la de 1999, la que comenzó el ciclo de recuerdos vitales que tengo asociados a la historia originalmente etiquetada como Animal farm, y que considero una obra maestra en todas sus manifestaciones, por cuanto tiene de histórico y aleccionador para el género humano, aún viniendo del mundo animal.