Viernes, peliculita en casa: Once upon a time in the west
Por motivos que vienen al caso, no tengo ni mucho tiempo ni muchas ganas de escribir. No es nada malo, ni mucho menos. Pero no me quiero meter en la cama sin recomendaros, como muchos otros viernes, una película que me gustó mucho cuando la vi. Me la recomendó Luisengard en el post en el que hablaba de “El bueno, el feo y el malo“. Se llama “Once upon a time in the west“, y es un western que bien merece un visionado cuando estés in the mood para ese tipo de películas. Ahora sí, buenas noches. Y buen viernes.
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February 6, 2009 8 comentarios
Las recetas de Villú: Garbanzos con bacalao
Esta receta tiene mérito porque mi madre no puede tomar bacalao, es alérgica. Sin embargo lo prepara de muerte, como casi todo el pescado del mundo.
La noche anterior, echar un cuarto de kilo (para dos personas) de garbanzos en remojo. Dejar al menos ocho horas. Al igual que los garbanzos, un trozo de bacalao que previamente habéis comprado en el mercado:
– “Deme usted un cuarto de bacalao” – así de sencillo.
Suele estar saladísimo, así que hay que desalarlo en agua durante otras ocho horas.
A la mañana siguiente, te levantas, enjuagas los garbanzos y los echas en la olla. Enjuagas el bacalao también y lo echas en la olla junto a los garbanzos.
Agregas al conjunto:
- Cuatro o cinco dientes de ajo, con cáscara incluídas. Si quieres puedes quitarle los extremos con un cuchillito.
- Un trozo de pimiento rojo.
- Una cebolla, pelada, claro.
- Un tomatito pequeño o medio o grande, sin pelar pero lavadito.
- Una hojita de laurel.
- Un chorreón generoso de aceite de oliva (como siempre, no escatimar aquí).
Cubrir todo de agua justo al nivel de los garbanzos (incluídos, sumergidos, se entiende, ¿no?).
Se enciende el fuego, si es una olla express, cuarenta minutos, o cuarenta y cinco.
En la normal: tres días, jajajajaja (lo ha dicho y se ha reído; ahora defiende las bondades de la olla express). En una olla normal al menos una hora y media o dos horas, a fuego medio también.
Al final, se le saca el ajo, la cebolla, el pimiento y el tomate y se mete en el pasapuré, se hace una pasta y se vuelve a echar en la olla. Rico, rico.
Si quieres, le agregas un poquito de comino machacado.
Esta receta es heredada de mi abuelita Carmen, que era de Graná (y que yo nunca conocí, porque murió cuando Villú tenía 18 años).
Algún día hablaré del árbol genealógico de mi familia, eminentemente andaluza, con ribetes extremeños.
February 5, 2009 8 comentarios
Cosas que se aprenden leyendo a Neruda
Siguiendo con el “ciclo poético” que comencé el miércoles pasado con Machado, hoy me animo a compartir con vosotros algunas nuevas perlas descubiertas al amparo de los versos del gran poeta chileno Pablo Neruda.
Trementina: Jugo casi líquido, pegajoso, odorífero y de sabor picante, que fluye de los pinos, abetos, alerces y terebintos. Se emplea principalmente como disolvente en la industria de pinturas y barnices.
Cimera: Adorno que en las armas se pone sobre la cima del yelmo o celada; p. ej., una cabeza de perro, un grifo, un castillo, etc.
Sentina: Lugar lleno de inmundicias y mal olor.
Raulí: Árbol de gran porte, de la familia de las Fagáceas, con hojas caedizas, oblongas, doblemente aserradas, pálidas en su cara interna, y fruto muy erizado. Es característico de los bosques andinos, y de valor forestal por su madera.
Estero: Arroyo, riachuelo.
Transmigrar: Dicho especialmente de una nación entera o de una parte considerable de ella: Pasar a otro país para vivir en él.
Carena: Burla y chasco con que se zahiere y reprende.
Durazno: Nombre genérico de varias especies de árboles, como el melocotonero, el pérsico y el duraznero.
Arrebol: Color rojo de las nubes iluminadas por los rayos del Sol.
Como la semana pasada, si has llegado aquí, hay bonus track en forma de poemas o extractos que he disfrutado especialmente:
De “Ebrio de trementina y largos besos”:
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
De “Residencia en la Tierra II – Walking around”:
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
De “Pido silencio”:
Lo tercero es el grave invierno,
la lluvia que amé, la caricia
del fuego en el frío silvestre.
(…)
La quinta cosa son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
no quiero dormir sin tus ojos,
no quiero ser sin que me mires:
yo cambio la primavera
por que tú me sigas mirando.
Amigos, eso es cuanto quiero.
Es casi nada y casi todo.
Ahora si quieren se vayan.
He vivido tanto que un día
tendrán que olvidarme por fuerza,
borrándome de la pizarra:
mi corazón fue interminable.
(…)
Se trata de que tanto he vivido
que quiero vivir otro tanto.
Nunca me sentí tan sonoro,
nunca he tenido tantos besos.
Ahora, como siempre, es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.
Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.
De “Pensé morir, sentí de cerca el frío”:
En ese instante se terminaron los libros,
la amistad, los tesoros sin tregua acumulados,
la casa transparente que tú y yo construimos:
todo dejó de ser, menos tus ojos.
De “Memorial de isla negra – La poesía”:
Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.
February 4, 2009 6 comentarios
La ropa
Que me perdone el buen Hackett, pero odio y odiaré eternamente el acto de comprar ropa, y de pasar siquiera dos minutos delante del armario pensando qué me pongo. Soy consciente de que invirtiendo algo de tiempo y dinero en este aspecto mi presencia subiría varios enteros, pero va contra mi naturaleza, eminentemente práctica y perezosa para las cosas que no me calman el hambre mental. Este post sirve como contestación a un meme que el citado bloguero lanzó hace bastante tiempo, y que me he resistido a aceptar porque, sinceramente, no tengo ni idea de qué contestar en la mayoría de preguntas. Así que voy a contar mi relación con nuestra segunda piel, la ropa, a mi manera: una sucesión de ideas desordenadas que brotan mientras mascullo entre dientes sobre el tema al ritmo de la música del álbum New Wave, de The Auteurs.
Para mi lo más importante a la hora de vestir es la comodidad. Respeto los mínimos que dicta el sentido común a la hora de ir a trabajar, a una boda o a un acontecimiento social, y creo que tengo el número y surtido de prendas necesarias mínimos para cumplir con todos los fregaos en los que me puedo ver involucrado.
Todo lo que exceda de eso, me sobra. De hecho, hoy he ido a comprarme un traje, dos pares de gemelos y un cinturón, y me he dado cuenta de que es casi la primera compra de ropa que hago en años. Llevo los mismos abrigos que hace cuatro, cinco y seis años (el último lo compré en Dublín en julio de 2004). Tengo sólo un par (un par = unos pantalones, un par != dos pantalones) de vaqueros en condiciones, y tres o cuatro reventadísimos pero más cómodos casi que un pijama, posiblemente por estar tan desgastados que vienen a ser igual de finos que dicha prenda de alcoba y reposo. Jerseys, tengo cinco, de los cuales sólo me gustan dos. Camisas, seis, de las cuales sólo una tiene menos de tres años. Camisetas, de publicidad y algunas que me gustan, la mayoría regalos. En lo único que me he permitido ciertas licencias es en comprar camisetas del Sevilla FC. Tengo cinco, creo. Pero a fin de cuentas las tengo por devoción, no por afición a la ropa deportiva (de hecho las uso poquísimo, no me las pongo a no ser que vaya jugar al fútbol con ellas o a ver un partido).
Sé que tarde o temprano cambiaré esta dejadez por un interés mesurado en cuidar y mejorar mi imagen externa a través de la vestimenta, pero a día de hoy me importa -1, si se me permite el matematicajo. Soy muy feliz así, la verdad. Además, cuando me arreglo el factor sorpresa juega un papel determinante a la hora de alcanzar los objetivos perseguidos con el proceso de maqueado externo.
Creo que de alguna forma que no acierto a explicar he saldado la deuda que contraje con Hackett al comentar en su post, de forma totalmente gratuita y desinteresada por mi parte, y que a pesar de ello no me ha dejado dormir hasta hoy a pierna suelta.
El meme, como siempre, lo dejo abierto. Si te ha gustado, hazlo. Pero mejor básate en el post de Hackett, porque este texto no tiene ni zapatos ni boina.
February 3, 2009 11 comentarios
Viaje de Año Nuevo – Oviedo
Para terminar con el ciclo de posts dedicados a mi periplo por el noroeste peninsular, el presente, dedicado a Oviedo.
Oviedo es una ciudad preciosa, así de sencillo. Limpia y ordenada, con un conjunto arquitectónico muy interesante y un centro de la ciudad abarcable a pie.
Miriam me llevó a comer y a ver la ciudad con una paciencia y sabiduría encomiables. Muchísimas gracias, te portaste increíblemente bien. Algún día te tengo que devolver el favor por Sevilla.
Me enseñó muchos lugares y rincones, incluída una iglesia mágica y la cabalgata de los Reyes Magos (accidentalmente, aunque no le echamos casi ni cuenta y fuimos a tomar un té: estábamos cansados).
Comimos en un restaurante muy chulo llamado Tierra Astur, en pleno centro. Como en pleno centro (c/ Uría) se encontraba el hostal Romero, que recomiendo a todo el que busque algo barato y funcional para pernoctar en la capital astur.
Por la noche una ex-compañera de trabajo, Bárbara, me adoptó durante un par de horitas para tomar unas copitas en el pub de unos amigos suyos.
Visitar Oviedo fue un precioso colofón al Viaje de Año Nuevo, algo que pretendo institucionalizar a partir de ahora en mi vida. Dios mediante.
February 2, 2009 7 comentarios