The show must go on
Ni Djokovic, ni Murray, ni el mejor Verdasco, ni el gran Del Potro. Ellos y el resto juegan al tenis. Lo que hacen don Rafael Nadal y don Roger Federer es otra cosa. Dividen al planeta en dos bandos, sin banderas. Paran el mundo entre dos y cinco horas un par de veces (tres o cuatro, si tenemos suerte este 2009) al año. Dan una tremenda lección a la humanidad sobre esfuerzo y superación personal. Y por si fuera poco, dan muestras de ser grandes personas, de una pieza: dos seres humanos (en mayúsculas) en el olimpo del tenis.
En toda lucha hay vencedores y vencidos. En las que libran Nadal y Federer, ellos son los vencedores, nosotros los vencidos. Derrotados por su ejemplo, hundidos en la magnificencia de esta lucha titánica por hacer más grande sus nombres en la historia, por llevar más lejos un deporte, el tenis, que convierten en una aséptica y caballerosa conmemoración de las más cruentas batallas libradas a lo largo de los siglos.
Que el espectáculo continúe. Por favor.
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10 comments
Qué gran partido!! Y que fuerza mental la de Nadal, le tiene comida la moral al suizo…
Lo de hoy ha sido increible…he llorado hasta con ellos, aunque bueno que yo llore no es difÃcil… 🙂
Pedazo de post, amigo. Chapeau…
Eso, eso, que continúe… porque un partido entre ambos siempre es un partidazo. ¡Cómo he disfrutado hoy!
Besotes!!!
Totalmente de acuerdo con todos! gran partido, unos señores (los 3, y el tercero no es el arbitro!) y pedazo post!!! Thanks por el viernes!
no me gusta el tenis, pero lo de hoy ha sido… indescriptible, me encanta Nadal, me encanta su actitud, su profesionalidad.. Se me han saltado las lágrimas… ufff, Australia.
Estos dos sà que son admirables 😉
No lo podrÃas haber dicho mejor. Cuando juegan se para el mundo.Federer hace facil lo dificil. Nadal responde y encaja bolas de forma inexplicables para el resto de los mortales. Disfruté con ellos y con tu video.
El partido fue impresionante, y la entrega de premios emocionante, que bonito ver a Federer con las lagrimas saltadas.
El partido fue increÃble. No me despegué del televisor ni un momento.