Imagen de cabecera aleatoria... ¡Pulsa F5 si quieres ver otra!

La ropa

Que me perdone el buen Hackett, pero odio y odiaré eternamente el acto de comprar ropa, y de pasar siquiera dos minutos delante del armario pensando qué me pongo. Soy consciente de que invirtiendo algo de tiempo y dinero en este aspecto mi presencia subiría varios enteros, pero va contra mi naturaleza, eminentemente práctica y perezosa para las cosas que no me calman el hambre mental. Este post sirve como contestación a un meme que el citado bloguero lanzó hace bastante tiempo, y que me he resistido a aceptar porque, sinceramente, no tengo ni idea de qué contestar en la mayoría de preguntas. Así que voy a contar mi relación con nuestra segunda piel, la ropa, a mi manera: una sucesión de ideas desordenadas que brotan mientras mascullo entre dientes sobre el tema al ritmo de la música del álbum New Wave, de The Auteurs.

Para mi lo más importante a la hora de vestir es la comodidad. Respeto los mínimos que dicta el sentido común a la hora de ir a trabajar, a una boda o a un acontecimiento social, y creo que tengo el número y surtido de prendas necesarias mínimos para cumplir con todos los fregaos en los que me puedo ver involucrado.

Todo lo que exceda de eso, me sobra. De hecho, hoy he ido a comprarme un traje, dos pares de gemelos y un cinturón, y me he dado cuenta de que es casi la primera compra de ropa que hago en años. Llevo los mismos abrigos que hace cuatro, cinco y seis años (el último lo compré en Dublín en julio de 2004). Tengo sólo un par (un par = unos pantalones, un par != dos pantalones) de vaqueros en condiciones, y tres o cuatro reventadísimos pero más cómodos casi que un pijama, posiblemente por estar tan desgastados que vienen a ser igual de finos que dicha prenda de alcoba y reposo. Jerseys, tengo cinco, de los cuales sólo me gustan dos. Camisas, seis, de las cuales sólo una tiene menos de tres años. Camisetas, de publicidad y algunas que me gustan, la mayoría regalos. En lo único que me he permitido ciertas licencias es en comprar camisetas del Sevilla FC. Tengo cinco, creo. Pero a fin de cuentas las tengo por devoción, no por afición a la ropa deportiva (de hecho las uso poquísimo, no me las pongo a no ser que vaya jugar al fútbol con ellas o a ver un partido).

Sé que tarde o temprano cambiaré esta dejadez por un interés mesurado en cuidar y mejorar mi imagen externa a través de la vestimenta, pero a día de hoy me importa -1, si se me permite el matematicajo. Soy muy feliz así, la verdad. Además, cuando me arreglo el factor sorpresa juega un papel determinante a la hora de alcanzar los objetivos perseguidos con el proceso de maqueado externo. 

Creo que de alguna forma que no acierto a explicar he saldado la deuda que contraje con Hackett al comentar en su post, de forma totalmente gratuita y desinteresada por mi parte, y que a pesar de ello no me ha dejado dormir hasta hoy a pierna suelta.

El meme, como siempre, lo dejo abierto. Si te ha gustado, hazlo. Pero mejor básate en el post de Hackett, porque este texto no tiene ni zapatos ni boina.

February 3, 2009   11 comentarios